Las primeras horas del pequeño Juan Francisco en Oviedo han transcurrido plácidamente. No se ha separado de su madre y ha estado jugando con su primo Mateo, que tiene su misma edad, cuatro años. "¡Somos iguales!", dicen que le dijo al verle, porque ambos tienen el mismo color de piel. Así lo cuenta Nieves Ibáñez, la abogada de María José Abeng Ayang, una joven ovetense, de origen guineano, que el lunes recuperó al hijo perdido. La familia de acogida del pequeño de cuatro años, que vive en la localidad valenciana de Sueca, fue obligada por la Audiencia asturiana a entregárselo a su madre biológica, que dio a luz en el centro de menores en el que estaba internada cuando solo tenía 14 años.

Por ahora, el pequeño Juan Francisco no ha salido de su casa. La familia está recluida allí para evitar la expectación mediática que su historia ha levantado. Ibáñez dice que el niño ha sido entregado a su madre con lo puesto y que esta tarde llegará la abuela con su ropa nueva. La que María José Abeng le había comprado en agosto, cuando viajó a Valencia para el denominado periodo "de acoplamiento", que debía de servir de tránsito al niño entre sus dos familias, la de acogida y la biológica, no le sirve y además es de verano.

Entonces, la madre biológica del chiquillo no pudo encontrarse con él. La familia de acogida no se personó con el niño y la Audiencia de Oviedo decretó la orden de busca y captura contra ellos. Nieves Ibáñez explica que el regreso fue terrible. Ella acompañó a María José Abeng hasta Valencia y recuerda que los juguetes que había comprado para su hijo, unas tortugas ninja, vinieron martilleándolas, sin dejar reposo a sus pensamientos, durante las catorce horas de vuelta.

Juan Francisco ya tiene plaza en un colegio de Oviedo. La familia está deseando poder salir de casa, sin temor a tropezarse con cámaras ni periodistas, y llevar al chiquillo de compras y a jugar, como el niño normal y corriente de cuatro años que es. Intenta mantenerlo ajeno a toda la atención que su caso ha generado. El está tranquilo.

La abogada no deja de sorprenderse del parecido físico con María José Abeng y de lo alto que está para su edad. "La ropa de su primo Mateo no le sirve, aunque tienen la misma edad, porque él está muy alto".

Ayer, la madre biológica difundía una carta abierta hablando de los acontecimientos que la han conducido hasta aquí y desmintiendo las declaraciones de la familia de acogida, que mantiene que ella tiene una vida desordenada, que bebe y va semidesnuda por la calle.

María José Abeng cuenta cómo llegó al centro de menores, cómo se sintió "desamparada" por quienes debían ampararla y los pasos que dio para intentar retener a su hijo a su lado.

En esa carta María José Abeng afirma que la Administración, separándola del niño, con el que llegó a huir a Guinea, y gestionando su adopción, intento evitar que ella "pudiera hablar más de la cuenta" y "destapara lo que no convenía". Abeng se quedó embarazada estando al cuidado de los Servicios Sociales del Principado y su abogada se plantea a día de hoy "porqué nadie se preocupó por quién era el padre" y sostiene que "a nadie le quitan a su hijo y lo dan en preadopción en seis meses, estando la madre ingresada en un centro de menores".

Sobre la paternidad de Juan Francisco, Nieves Ibáñez dice que María José Abeng no lo va a desvelar nunca. "En su día tuvo mucho miedo a tirar de la manta, por si empeoraba las cosas". Ibáñez añade que incluso fue enviada por los servicios sociales a "socialización", donde van los más conflictivos y donde estaba aislada. Ahora tiene pareja y estudia Marketing, quiere dejar atrás todo aquello, señala la letrada, y quiere "estar centrada en su hijo".