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Mi padre se murió de pena

Sobre el fallecimiento del hombre que atropelló a siete personas en la Escandalera en la Nochebuena de 2014

Hemos perdido al más maravilloso padre, esposo y abuelo del mundo. El día 24 de diciembre de 2014 fue el principio del fin. Recuerdo aquel día con gran dolor. Cuando nos comunicaron que había tenido un accidente y que había atropellado a siete personas no lo podíamos creer. Pero fue eso, un accidente cuya causa fue un fallo totalmente involuntario. Y lo remarco porque la gran mayoría de la gente se dedicó a encarnizar el suceso. En ningún momento se quiso dar a la fuga, no dio positivo en alcohol o drogas, los papeles los tenía en regla. Él solo fue consciente de la colisión con el semáforo. El subconsciente le hizo seguir y buscar donde aparcar. Él nos decía: "Yo sólo buscaba dónde poder aparcar. ¿Pero en qué cabeza cabe que me quiera dar a la fuga?"

No había sido consciente del atropello, de esto se enteró en la Comisaría. Señores, fue un accidente. El que se crea por encima del bien y del mal, el que sepa cómo va a reaccionar su subconsciente en un momento dado, que tire la primera piedra.

Desde ese momento empezó su agonía, una agonía que lo llevó a la muerte en poco más de año y medio. Mi padre se murió de pena.

No entendía cómo le pudo pasar esto. Fue guardia civil, siempre veló por la seguridad de todos. Nunca había tenido ningún percance. Los que le conocieron saben que fue un gran hombre. No pudo superar ese suceso. No pudo. El día 25, después de más de 24 horas detenido, llegó a casa y como un niño, al entrar al portal, se puso a llorar. No podía entender tanto ensañamiento, en comisaría no le dieron ni de comer, ni de cenar, ni de desayunar. La policía lo trato como al peor de los delincuentes, se orinó encima de los nervios, pidió ayuda porque se encontraba mal... Al final, después de mucho insistir, le trajeron al médico, le acusaron de ser una persona fría, de no empatizar con las víctimas (nada más lejos de la realidad). Lo trataron mal, muy mal, se filtró su fotografía a los medios y un largo etcétera. Él nunca se mereció esto. Señores, no me cansaré de decir que fue un accidente.

Cuando llegó a casa, dijo que se quería morir, empezó a negarse a comer, la depresión empezaba a destruirlo. Nosotras ya habíamos llamado a las víctimas para preocuparnos por su estado, y no todas nos respondieron con mucha educación. No les culpo, pero solo queríamos saber cómo se encontraban y pedir perdón en nuestro nombre y en el de nuestro padre.

Pasado poquito tiempo, él intentó comunicarse con alguna víctima y ocurrió exactamente lo mismo. Esto lo sumió aún más en una depresión de la que ya nunca saldría.

Como no comía, poco a poco dejó de caminar, dejó de poder hacer una vida normal y sus facultades se fueron mermando.

No se pueden imaginar lo que es ver a tu padre irse día a día, es horrible. Lo fuimos perdiendo poco a poco. Vimos cómo no quería seguir viviendo, como se apagaba. Es muy, muy doloroso. Sobre todo ver que no podíamos hacer nada para remediarlo.

Estoy destrozada, mi corazón está roto, siempre vi a mi padre como un héroe que podía con todo, amaba la vida, si teníamos algún problema, él siempre lo arreglaba, pero ese día, cuando llegó a casa, vi su fragilidad. Por primera vez en mi vida lo vi destrozado.

No puedo con este dolor, maldigo ese día, maldigo lo mal que lo trataron. Lo siento muchísimo por las víctimas, pero mi padre, mi papá, se fue, y el sí que ya no va a volver. Se fue ese 24 de diciembre, ese día se le acabó la vida. Ese maldito día.

Solo quiero limpiar su buen nombre.

Te quiero papá, siempre te querré, te llevaste mi corazón, dame tu luz.

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