La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Por tierras de Caso, Ponga y Piloña

Sierras y bosques hacia Moñacos

La ruta parte del área recreativa de La Pesanca y atraviesa el valle del río Infierno l El recorrido es una sucesión de bosques y desfiladeros

Sierras y bosques hacia Moñacos

La ruta de la Foz de Moñacos parte de Infiesto hacia Las Mestas, y de ahí al Área Recreativa de La Pesanca, donde se inicia el recorrido. El valle que riega el río del Infierno, en la frontera de los municipios de Caso, Ponga y Piloña, está confinado por laberintos de sierras y cordales distribuidos entre barrancos horadados por ríos.

Toda esta orografía, está cubierta de manchas arbóreas localizadas en los Monte Moñacos, Corbera y El Argañal. El Infierno recibe las aguas del Argañal, la Estaquera y el Moñacos, entre otros. Atraviesa profundos desfiladeros a lo largo de su trayectoria, entre los que sobresale la Foz de Moñacos.

En otoño se disfruta de la diversidad cromática de los bosques, en particular el hayedo de la parte alta. La Pesanca es un área recreativa, a orillas del río Infierno, encajada entre las sierras de Aves y Xiblaniella, con bancos y mesas de madera a la sombra de castaños, robles, arces, abedules, y alisos donde en otoño es fácil ver alguna ardilla correteando por los arboles.

El área comienza en el arboreto de Miera, donde podemos dejar el coche y coger un estrecho sendero que asciende pegado al río infierno a través de un bosque de ribera con los robles y castaños.

Desde aquí se cruza el río Infierno ascendiendo suavemente por la amplia pista a través de un bosque de roble americano, una especie introducida en el siglo XVIII, con grandes hojas lobuladas acabadas en pequeños dientes. El sotobosque está literalmente cubierto de arándanos y helechos que incluso crecen en los troncos de los arboles. El rumor del agua al saltar en las innumerables pozas del río que discurre hundido a la izquierda del camino, invita a asomarnos.

La majada del Muñizón. Al cabo de un kilometro llegamos a la majada del Muñizón donde las antiguas cabañas son hoy segundas residencias. Desde allí se ven los contrafuertes rocosos de la sierra de Aves y al fondo el Pico Vizcares. Nada más pasar la majada nos encontramos con un rellano en la pista. Allí sale a la izquierda un sendero que atraviesa un tapizado por matas de arándanos que en la época de fructificación alimentan al urogallo. En primavera crecen multitud de pequeñas flores de todos los colores.

Al final del llano se inicia un suave descenso que conduce a una cascada a unos doscientos cincuenta metros. En el tramo final hasta llegar a ella hay que tener mucho cuidado con los niños ya que durante unos veinte metros no existe camino, y hay que ir saltando por las rocas del río.

Ascensión por la Mallaona. Regresamos por el mismo camino hasta la pista, donde continúa el ascenso por la cuesta de la Mallaona. A la izquierda un desvío que conduce a las cabañas de Degoes, que se ignora al igual que el siguiente. Seguimos la ascensión bajo la espesa cubierta del bosque donde los robles crecen rectos en busca de la luz y alternan con algún que otro abedul, avellanos y espinos. Pronto la pista da un giro a la derecha para llegar a otro desvío aproximadamente a dos kilómetros del inicio y tras una hora de camino que incluye la visita a la cascada. Aquí la ruta se separa de la que asciende al Pico Vizcares que va por la izquierda. Seguimos por la pista principal. El camino continúa ascendiendo por un desfiladero. Cruzamos el río por el puente del Mercaín sobre el Infierno. Ascendemos unos metros y dejamos la pista para bajar al río y contemplar dos pequeñas cascadas, que invitan a un chapuzón. De vuelta a la pista continuamos el ascenso encajados entre las paredes de pizarra donde sobresalen por encima de las copas de los árboles agudos pináculos de roca ennegrecida y formas caprichosas, con una apariencia infernal que conforman la Foz del Infierno. Las cunetas están totalmente tapizada por musgos, líquenes, helechos y arándanos.

Por el puente de Tarrantosa. Cruzamos el puente de Tarrantosa para llegar a una portilla que delimita Piloña y Caso. Entramos al Parque Natural de Redes hacia el bosque del Pantín. Todo el recorrido nos permite ir descubriendo una impresionante riqueza vegetal con múltiples gamas de colores, y formas. La maraña vegetal de avellanos que tapiza la ruta no impide admirar el río que forma impresionantes pozas y espectaculares cascadas con lavanderas y mirlos acuáticos entre otras clases de aves.

El valle del Pedrosu. Enseguida cruzamos de nuevo el río por el puente El Pantín, para, al poco, encontrarnos el cruce de La Argañal desde donde vemos una curiosa cascada al final de un estrechísimo canal de roca. Seguimos por la pista de enfrente y nos internamos en el valle del Pedrosu que dibuja la pista, formando amplias lazadas. El último tramo nos traslada al puente que cruza la riega de los Cubilones donde vislumbramos una estrecha foz. Proseguimos con nuestro avance con un zig-zag de dos curvas a la izquierda, que nos llevan al inicio del Monte Cobera.

La sierra de Pandemules . El bosque se aclara ante la presencia de los primeros contrafuertes calizos de la sierra de Pandemules. A la izquierda, entre los árboles, se atisba el Pico Maoñu. Repentinamente se abren las paredes de la foz cortadas a pico, dejando el paso de la pista y del arroyo Moñacos. Una vez traspasado el corto tramo del desfiladero nos asomamos al gran anfiteatro de Moñacos protegido por la sierra de Pandemules. Nada más pasar la foz vemos una pradería con restos del antiguo teleférico que era utilizado para el transporte de madera y que es zona de tránsito para ascender al Pico la Crespa. Al frente, la ladera boscosa permite contemplar la peña Los Tornos el Cuetón de Les Travieses y el resto de las montañas que se encadenan por la sierra de La Frayada. Podemos dar la vuelta o ascender a la Braña la Felguera.

Compartir el artículo

stats