Manjares. Así se llama un nuevo establecimiento hostelero de la capital asturiana, y eso es lo que ofrece. Delicias gastronómicas de excepción de la mano de uno de los grandes cocineros de la región, Monchu Díaz Polledo, quien, a sus 75 años, se ha embarcado en una nueva andadura junto a dos socios. El éxito del restaurante está más que garantizado, y la respuesta del público en los dos meses que lleva abierto no ha podido ser más excepcional. Razones no le faltan.

Ubicado en el número 18 de la calle Asturias de Oviedo, Manjares es un establecimiento con gusto. Tanto en la decoración, cálida y acogedora, con vajillas antiguas de Limoges y sillas clásicas de varios tapizados, como en la cocina. Si hay algo que la define es que se trata de buena cocina, en el amplio sentido de la palabra. Una gastronomía basada en la calidad de las materias primas y en la paciencia a la hora de elaborar cualquiera de sus inigualables recetas. Las prisas nunca han sido buenas consejeras.

En horario de comidas y de cenas, los responsables de Manjares basan sus recetas en una cocina con sentido común, consciente de sus potenciales y sus limitaciones y, sobre todo, con una materias primas que han sido escrupulosamente seleccionadas en los mejores mercados de Pola de Siero y Grado. Lo mismo ocurre con el aceite. Sólo usan de oliva virgen extra de alta selección. Para todo, ya sean croquetas, patatas o ensaladas. Es una máxima de Díaz Polledo, el cocinero decano de Asturias, quien durante muchos años regentó el restaurante Dimar, distinguido con cuatro tenedores. Su experiencia y saber hacer lo ha trasladado a este nuevo establecimiento, donde pueden degustarse algunas de sus grandes especialidades como los callos caseros, la menestra de temporada, las almejas con arroz o las cebollas rellenas de bonito. Los pescados son otro de sus fuertes, destacando el pixín, siempre de lomo negro, bien solo o relleno de marisco; el bacalao, tanto al pil-pil como grillao a la portuguesa, y el bonito, ya sea en lomos con pisto y arándanos, en rollo o la ventresca. Mención especial también merecen la merluza a la cazuela, el conejo con patatines, el lechacín guisado y las recetas con ternera asturiana de montaña, carne que adquiere siempre en Pola de Allande. Lógicamente, no falta la clásica fabada asturiana, elaborada con fabes de Los Cabos y un compango fuera de serie. Para cerrar cualquier festín, postres artesanos como la macedonia con frutas del día, la mousse de limón, la tarde de mango o una exquisita crema de arroz con leche casera. Su excelente oferta, tanto en la opción de platos a la carta como en la de menú degustación con cuatro platos, se complementa con una bodega de vinos que incluye más de 70 referencias exhaustivamente seleccionadas entre las que se incluyen las mejores denominaciones de origen nacionales y con una relación calidad-precio difícil de encontrar en la actualidad. El precio medio de una visita a Manjares ronda los 35 euros.

Tiene capacidad para medio centenar de comensales y acogen todo tipo de reuniones y eventos familiares o de empresa, adaptándose a los diferentes presupuestos. Un establecimiento único que merece una visita porque no defraudará. Desde que se atraviesa su puerta y uno se adentra en su acogedor salón, hasta que termina de comer o cenar, el buen trato y la calidez brillan por su presencia. La comida que se ofrece merece un capitulo aparte.

Datos

Restaurante Manjares.

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