El anuncio de la huelga de los trabajadores de La Auxiliar de Recaudación en el momento crítico de la campaña del cobro del IBI cayó ayer por sorpresa en el seno del equipo de Gobierno pero sin asomo de alarma. Al revés, juzgaron el problema como un conflicto de los trabajadores con su empresa. "Y cualquier problema laboral que nos quieran trasladar para ver si podemos intermediar, estamos con la puerta abierta", resumieron desde la concejalía de Economía. "Nos ponemos a su lado de la pancarta ante las reivindicaciones que le tengan que realizar a su empresa", resumía ayer a última hora el concejal Rubén Rosón.

Horas antes, por la mañana, el concejal había mostrado su estupefacción al término de una rueda de prensa al conocer la noticia. Rosón, como haría también el alcalde Wenceslao López, detallaba que "no tiene sentido" hablar de huelga en el contexto de una contrata que trabaja para el Ayuntamiento. El concejal de Economía resumió la situación a este periódico con un "entiendo lo que plantean los trabajadores pero creo que es una estrategia equivocada". Es decir, la contrata tendrá que seguir garantizando el servicio por la que está contratada, y cosa distinta es que los trabajadores de La Auxiliar de Recaudación planteen una huelga dentro de su empresa, pero la gestión de los tributos de los ciudadanos de Oviedo no tendría que verse afectada por estas movilizaciones.

Parecidas palabras utilizó Wenceslao López, desentendiéndose también de las protestas de los trabajadores y considerando el conflicto "meramente empresarial". Wenceslao López aseguró que el gobierno local debe cumplir estrictamente con la ley para cubrir plazas de la función pública. "Qué me digan cuál sería la alternativa legal. Porque no la hay", añadió durante la presentación de una exposición pictórica en Trascorrales organizada por Manos Unidas para recaudar fondos.