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Lecciones de mayores a pequeños

Alumnos de segundo de Bachillerato del San Ignacio comienzan el próximo martes un proyecto social de refuerzo escolar con niños del colegio Buenavista II

José Antonio Martínez, Cecilia Miralles y Mario Santullano, en las instalaciones del San Ignacio. LUISMA MURIAS

Sus horas libres, que no son muchas, al servicio de los demás. Doce alumnos de segundo de Bachillerato del colegio San Ignacio y una exalumna, universitaria, participarán en un proyecto de refuerzo escolar con niños de Primaria del Buenavista II. Les dedicarán los ratos que les dejan los estudios y las actividades extraescolares, horas que les roban al tiempo que pasan con sus amigos o sus familias para poner su conocimiento al servicio de niños que necesitan un refuerzo escolar. José Antonio Martínez, responsable del área de Servicio Social del San Ignacio, está seguro de que lo harán estupendamente: "Son chicos muy involucrados, que saben que esos niños a los que van a ayudar son lo más importante. La exigencia es muy alta pero van a responder".

El proyecto, que se pone en marcha el próximo martes, consiste en formar grupos y trabajar sobre las tareas con las que los niños tienen más dificultades. Será en horario extraescolar, entre las cinco y las seis de la tarde. "Tienen que hacer bien el hueco en sus agendas porque no se puede faltar al compromiso", resalta José Antonio Martínez.

Los chicos también lo tienen claro. "Lo más valioso que podemos dar es nuestro tiempo libre", destaca Mario Santullano, de 17 años, alumno del Bachiller Biosanitario. Como su compañera Cecilia Miralles, de la misma edad y que también estudia esa rama del último tramo de Secundaria. Ambos quieres entrar en la facultad de Medicina y tienen experiencias previas de voluntariado relacionado con la educación. Ella con niños inmigrantes en el colegio Inmaculada y él con niños enfermos de cáncer en un programa de la Asociación Galbán. Pero se ven ahora ante un nuevo reto. "Estamos ante la oportunidad de aplicar todo lo que hemos aprendido a una situación distinta", coinciden los voluntarios.

En ocasiones anteriores trabajaron con uno o dos alumnos y ahora tienen que hacer frente a pequeños grupos de cuatro o cinco. "Va a ser distinto. Este es un reto nuevo que me apetece mucho afrontar", comenta Cecilia Miralles, quien hace hincapié en que involucrarse le hace sentir parte de la comunidad. "Si ayudas en educación trabajas en la base porque la acción que realizaremos repercutirá en todo el futuro académico de los niños Ayudándoles a ellos inviertes en ti mismo. Te llena por dentro", remata Mario Santullano.

El proyecto, en el que también participarán alumnos del Real Instituto de Jovellanos de Gijón, surgió a iniciativa del Buenavista II, ha sido aprobado por la consejería de Educación y tiene algunas características especiales. Los dos colegios involucrados deben mantener una relación fluida para valorar el trabajo de los voluntarios y hacer un seguimiento individual de los progresos de los alumnos. Los voluntarios deben incorporar a sus clases un formato que llame la atención de los críos. Hacer lo mismo que en las asignaturas en las que tienen dificultades no tendería sentido ni aportaría beneficio alguno. "Nos piden que hagamos cosas distintas a la que los niños hacen en su día a día. Que seamos interactivos y tratemos de enseñarles de forma diferente", resalta Cecilia Santullano.

En "Creatividad, actividad y servicio en apoyo a la acción educativa", nombre técnico del proyecto, caben lecturas, juegos de lenguaje, vocabulario, lógica matemática, cálculo mental o resolución de problemas, técnicas que persiguen que los niños de Primaria mejoren la adquisición de competencias clave a través de la ayuda de sus monitores.

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