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EL GRAN WYOMING | Presentador y músico, actúa mañana en la sala Sir Laurens

"Trump no difiere mucho de lo que tenemos aquí, sólo que es bruto"

"Internet es como el LSD: veía flores el que estaba por las flores, el que estaba por la siega veía guadañas"

El Gran Wyoming en una imagen promocional de sus conciertos.

El Gran Wyoming, (Madrid, 1955) llega mañana a Oviedo con su banda, "Los insolventes" (sala Sir Laurens, 22.00 horas, 12 euros). Al teléfono, habla de rock y de política.

-¿Cuesta cada vez más quitarse los tirantes y subirse al escenario?

-No, esta es una terapia perfecta, el rock'n'roll es fundamental en mi vida. El fin de semana me desintoxico y el lunes vuelvo a la realidad. Hago rock como otros hacen yoga.

-¿Le queda tiempo para ser José Miguel Monzón?

-El personaje cada vez parasita más a la persona, paso muchas más horas con él que de ciudadano normal.

-En lo musical, poco tuvo que ver su rollo con la época que le tocó en parte, la movida.

-Porque yo vengo de un mundo anterior, más rockero, suburbial y macarra. La movida era más la entrada en la música de la gente bien. Y lo anterior era la antítesis. De hecho, entrar en un local de la movida era algo que se podía permitir muy poca gente, por el precio de las copas. El Rockola era muy caro, sería el equivalente hoy a diez euros una copa.

-¿Era un mundo snob?

-No era snobismo, eran gente de otro ámbito. Y dentro de que eran rompedores, sí se consideraban la vanguardia de la cultura. El rock no tenía nada que ver con eso.

-¿Sin conciencia política?

-Era una puesta en escena puramente lúdica. Ni siquiera excesivamente musical, porque musicalmente, en sus orígenes, era un desastre. Salvo casos muy concretos, nadie tocaba afinado ni sabía poner acordes. Y en lo político era gente que podríamos llamar de centro. En aquel momento no querían saber nada de ese asunto.

-¿Y usted?

-Yo venía de un mundo absolutamente politizado, que era la universidad, un zoológico de siglas y banderas.

-¿Nostalgia?

-No. Pero era un mundo muy distinto, la gente tenía una preocupación clara por lo que estaba pasando.

-¿Ahora?

-Son ciclos. Ahora viene un neofascismo del siglo XXI en toda Europa. No van con uniforme ni con el brazo levantado, pero conectan con todo aquello. Personajes como Trump van a legitimar toda esa basura mental. Si el presidente del Imperio es eso, muchos se podrán quitar la máscara de una vez.

-¿Le asusta?

-Su planteamiento no difiere mucho del que tenemos aquí, lo que pasa es que Trump es bruto. Pero se corresponde con esos concejales que hay por ahí lanzando exabruptos. No olvide que tenemos un ministro del Interior que ha comparado al aborto con ETA. Cada uno que extraiga las conclusiones que quiera.

-¿Le asusta la división?

-Nadie dijo que el cien por cien de la humanidad sea demócrata. Siempre estuvieron ahí, sólo que ahora ganan las elecciones en casi todos los sitios.

-Diez años de El Intermedio. ¿Buenos tiempos para la sátira?

-Yo lo vivo como una gran desgracia, no como una oportunidad de negocio. Me siento también orgulloso por la función de consuelo al ciudadano, pero llevamos diez años relatando fechorías sin parar y los protagonistas son los mismos. Esto es totalmente frustrante y deprimente. Por otra parte, tengo muchas dudas de que este programa pudiera hacerse si se empezara mañana. Y desde luego de lo que estoy seguro es de que no tendría el recorrido que ha tenido.

-¿Internet da o quita libertades?

-Desde el punto de vista de la solidaridad y la democracia, es lo mismo. El nazi se junta con los nazis, el rojo con los rojos y el que no le importa se pone a ver gatitos tocando el piano. Esto es como en los sesenta cuando descubrieron el LSD. Se pensaron que iba a cambiar el mundo y no entendieron que a un nazi le dabas un tripi y se tiraba un día con el brazo levantado. Veía flores el que estaba por las flores; el que estaba por la siega veía guadañas. Internet es un poco lo mismo.

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