"Me han dicho tus papás que quieren que trabajes aún más de lo que ya lo haces". Covadonga Álvarez recibe en su despacho a una alumna con necesidades especiales. "Ya me ha dicho mi mamá que tengo que esforzarme", responde la pequeña. Álvarez, que es orientadora educativa y trabaja en el colegio ovetense de la Gesta, continúa con la conversación. "¿Quedas algunas veces a jugar por las tardes con otros niños", pregunta para interesarse después por las relaciones que mantiene la estudiante durante las clases y el recreo.

Eso es lo que hacen profesionales como ella. Evalúan estudiantes de Infantil, Primaria y Secundaria "con dificultades para terminar la enseñanza básica" y se coordinan con profesores, familias e instituciones para trazar un plan que les permita mejorar su situación y ponerlo en marcha: "Para ayudar a un niño se necesita de la colaboración de todos los adultos que lo rodean", afirma la profesional.

"Se detecta un problema, se evalúa y se buscan medidas para resolverlo", comenta Covadonga Álvarez. "A veces encuentras que un niño tiene problemas de visión y pides que le lleven al oftalmólogo; o ves que no está haciendo las actividades adecuadas en su tiempo de ocio y tiene compañías que no le benefician y alertas a las familias". En ocasiones, pide a los niños que dibujen para que se relajen y la conversación pueda ser más fluida. La pintura se analiza después en busca de problemas. Si un niño representa a su familia de manera extraña puede haber "un problema que sobrepasa el ámbito educativo".

Y las medidas a tomar cuando se detectan anomalías en algún alumno pueden suponer la elaboración de un informe para pedir más recursos a la consejería de Educación o reuniones con los profesores o la jefatura del centro, con la familia, con servicios sociales e incluso con profesionales de Salud Mental. "Las familias son muy diversas y hay veces en los que se aprecian negligencias graves en el entorno de los niños que, en consecuencia, no llevan una vida acorde a su edad", destaca la orientadora, que en ocasiones aprecia casos de desprotección o maltrato que debe comunicar a los servicios sociales.

En Asturias hay un total de 211 plazas de Orientación Educativa que prestan sus servicios en 131 centros de toda la región. Además, existen varios equipos establecidos por zonas a lo largo de Asturias y un equipo regional complementario al que los centros piden apoyo cuando enfrentan casos con grandes complicaciones. En la Gesta tienen otra orientadora más. Mariola Suárez-Zarracina que se reúne junto con Covadonga Álvarez y otros profesionales del centro para tratar que exista un esfuerzo coordinado. "Hay veces que las dificultades de un niño puede afectar al resto de la clase", expone Covadonga Álvarez para explicar la importancia de estar en contacto con toda la comunidad para marcar unas pautas de trabajo adecuadas.

Una labor que entraña sus complicaciones. "No me llega el tiempo para hacer todo lo que quisiera", indica la orientadora. Pero existen otros obstáculos que no tienen nada que ver con ella. "A veces te enfadas al ver que la administración niega recursos, centros en los que el personal tiene una actitud demasiado rígida o familias que en lugar de colaborar adoptan una actitud hostil".

Cuando los niños cambian de etapa y sobre todo en Secundaria, entre las funciones de los profesionales de la orientación está la de guiar a los adolescentes hacia su futuro. Precisamente con este tipo de trabajo vivió Covadonga Álvarez una de las anécdotas que recuerda con más cariño. Antes de llegar a la Gesta pasó doce años con alumnos de Secundaria. Uno de ellos, "que estaba solo y no contaba con ningún tipo de apoyo", dejó los estudios. La orientadora le expuso, sin embargo, todas las opciones que tenía para continuar formándose, como sacarse el graduado en un centro de adultos. Y el chico siguió yendo a verla durante los años posteriores para contarle sus progresos: "Me gustaba ver cómo el trabajo había servido para algo".