Menuda nochecita de Reyes que tuvo que afrontar Eduardo Robredo, propietario de una tienda de informática en la calle Campomanes. A eso de las tres de la madrugada, cuando ya estaba profundamente dormido y esperando a la mañana para abrir los regalos, sonó el teléfono. Eran los operarios de la central de alarmas, llamaban para decirle que había saltado el dispositivo conectado al cristal de seguridad de su establecimiento y que iban a avisar a la Policía. Cuando llegó a su tienda se encontró con agujero en el escaparate y "unos tres mil euros" menos si se tiene en cuenta el valor aproximado de los objetos sustraídos por los ladrones (ordenadores, tabletas y móviles). "No voy a tener ningún problema para que me lo cubra el seguro, o eso espero, pero la noche que me dieron no la voy a olvidar muy fácilmente", dice Robredo.

Cuando el propietario de la tienda llegó al establecimiento, no mucho más de diez minutos después de recibir la llamada de la central de alarmas, ya estaban allí los agentes de la Policía Nacional. También estaba en la acera la tapa de alcantarilla que usaron los ladrones para abrir el boquete en un cristal de seguridad que tiene mucho grosor y alta resistencia. "Me explicaron los agentes que este tipo de ladrones son capaces de romper hasta cristales aún más resistentes", explica el dueño de la tienda asaltada. Esos mismos agentes también fueron los que le guiaron a la hora de presentar la denuncia y de iniciar los trámites pertinentes.

Aunque la Policía aún no ha dado con los ladrones -al menos al cierre de esta edición-, los investigadores cuentan con algunas bazas a su favor para lograr resultados positivos. "Los miembros de la Policía Judicial estuvieron tomando huellas por el local", explica Eduardo Robredo. Además, también existe una cámara de vigilancia del tráfico en la zona en la que está situado el establecimiento, con lo que los agentes también tienen la posibilidad de analizar las imágenes.

En los "casi treinta años" que lleva abierta la tienda de Eduardo Robredo le han intentado entrar a robar en tres ocasiones. La primera de ellas fue "hace unos doce años", un atraco que le costó a Robredo medio millón de las antiguas pesetas (unos 3.000 euros). "Ese era el precio de un portátil que tenía en la tienda y que no me cubrió el seguro", explica. En el segundo asalto, unos cuantos años después, "los ladrones trataron de romper el cristal con una alcantarilla, como ahora, pero entonces no lo lograron". El tercer atraco es el de la noche de Reyes.