"No es cosa de cuatro locos". Uno de los apartados que Moisés Marrero, médico y miembro de Pica Pica Hacklab, quiso dejar claro es que, por excéntrico que suene, los resultados pueden ofrecer grandes beneficios. El "biohacking", dijo ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, "consiste en la aplicación a la medicina del pensamiento hacker". Y grandes universidades lo han incorporado a sus campos de investigación.

Todo comienza en espacios creativos conocidos como "makerspace" en los que profesionales de la informática unen sus conocimientos a biólogos o médicos. Y de ahí nace el biohacking, que cuestiona las líneas oficiales de la investigación y se atreve a ir más allá. Respetando, eso sí, unas normas éticas que giran en torno a la autonomía del paciente. "No solo deciden sobre un tratamiento u otro, están en la base de la investigación", dijo durante la conferencia "Hackeando medicina, del taller a la clínica"

Así, ya se han desarrollado en España proyectos como la creación de "una prótesis de pierna con impresión 3D" con un coste que rondó los 50 euros. En relación con este tipo de avances, señaló, ha surgido otro colectivo que "no sigue las normas éticas". El "transhumanismo, personas que consideran que podemos mejorar nuestra biología para conseguir cosas extra". Y como ejemplo nombró personas que se han incrustado luces de led bajo la piel. "No es muy lógico que un tatuador haga cirugía menor", criticó.