Las lecciones que siguen el orden y los contenidos que marca el libro de texto, con el profesor frente a la clase y los niños siguiendo la explicación desde sus pupitres individuales, están en peligro de extinción en la Inmaculada. En el colegio, que este año celebra su 75º aniversario, los alumnos trabajan en grupos y abordan proyectos que combinan asignaturas distintas. Tienen, además, la responsabilidad de lograr los objetivos que marca el profesor apoyados por sus compañeros. Los estudiantes de 1º y 2º de Primaria, unos 150, se esfuerzan este trimestre en abordar la materia de "Callejeros viajeros", un recorrido por los cinco continentes del planeta.
"El tema de viajar y situarse en el mapa les encanta", apunta Beatriz Roces, profesora y jefa de estudios de Infantil y Primaria. Para empezar, trabajaron las manualidades y crearon una maleta para archivar los documentos y ejercicios que les llevan de ruta por el globo. Con ellos trabajan temas de lengua; diferencias en la forma en que se vive en los distintos lugares, matemáticas; husos horarios, ciencias sociales; reconocimiento de los continentes, ciencias naturales; animales y alimentos propios de cada zona y religión; distintas costumbres y valores de comportamiento como la tolerancia ante la variedad de creencias.
Como colofón y para darle un carácter lúdico a la enseñanza, el proyecto finaliza con "una suelta de globos en los que ponemos un mensaje por un mundo mejor". Este tipo de enseñanza se da en el resto de etapas del centro de las Claretianas, que cuenta con 810 alumnos.
"Estamos inmersos en un proceso de innovación", cuenta la profesora de Infantil Ana Viejo. Promueven el "aprendizaje cooperativo" en el que los alumnos participan de forma activa "para lograr juntos los objetivos académicos". Estos principios pedagógicos se concretan, por ejemplo, con proyectos de "estimulación temprana" que fomentan el conocimiento "enciclopédico, matemático y de lectura". Como el programa "Umm que rico el sabor de la Navidad", en el que los críos de 4 años recibieron lecciones sobre los hábitos relacionados con las comidas típicas de la fiesta que pone fin a la primera parte del curso. Y durante el mismo en las clases se respetan "el ritmo y el estilo de cada alumno". "Vamos quitando poco a poco los libros de texto y en el tercer trimestre trabajaremos todo por proyectos", destaca Ana Viejo. Y Carlos Álvarez, director pedagógico de Infantil y Primaria añade que "el profesorado elabora todo el material" y que las propias aulas, con pizarras digitales y paredes especiales que hacen de encerado, van cambiando para adaptarse a este modelo.
Pero la innovación no se limita a las clases. También incluye la función pastoral del centro, que "es el núcleo de toda la actividad, incluso la educativa". La coordina Jorge Barredo, que es, además, profesor de educación física: "Provoca que los alumnos se identifiquen con el colegio y que al pasar los años lo recuerden con agrado". Se celebran convivencias en el colegio, "opcionales y fuera del horario lectivo" y se colabora con "proyectos sociales del barrio o el entorno". A la hora de ayudar a los demás, se impulsa también el aprendizaje interdisciplinar. Si se trabaja en favor del Banco de Alimentos, en geografía, matemáticas, educación física y economía se imparten lecciones sobre las necesidades de la población, de estadística o de nutrición. Y de promoción y marketing, para involucrar a la mayor cantidad de personas posibles. Tienen preparado un programa en favor de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en el que los alumnos de 4º de ESO realizarán talleres de fútbol o baile. Se pagarán con moneda ficticia que antes debe adquirirse con dinero real que irá a parar a la causa. Los propios alumnos tendrán que buscar la forma de que su oferta sea atractiva y de provecho para atraer a sus compañeros de colegio. Tendrán que innovar y ponerse al mando de la situación, tal y como promueve la Inmaculada, para alcanzar los objetivos académicos y sociales del proyecto.
