"Muchas gracias, Dios se lo pague a todos". Tras mostrar su satisfacción y agradecimiento, sor Dolores Da Silva, madre superiora de las Siervas de Jesús de la Caridad, se guardó sin mirarlo el sobre con el dinero correspondiente a un donativo anónimo que le entregaron los miembros del Rotary Club y volvió a la tarea. Lo primero, es lo primero. Y la religiosa siguió sirviendo los cafés, los dulces y los alimentos salados que reciben cada día, a partir de las nueve de la mañana, una media de cien personas en las instalaciones que la orden tiene en la calle Uría.

Los rotarios, que han colaborado con las Siervas de Jesús desde que empezaron con la actividad, ejercieron de intermediarios a petición de la patrocinadora y no descubrieron la cantidad de dinero entregada. Tampoco la identidad de quién está detrás del gesto solidario. Con su apoyo económico se seguirá sirviendo la primera comida del día a quienes más lo necesitan. Y la segunda. Porque con el desayuno se entrega siempre un bocadillo que "algunos se comen aquí y otros se guardan para el almuerzo", explicó una de sus voluntarias, que no quiso dar su nombre para no personificar un esfuerzo colectivo de "muchas personas que empiezan a trabajar por los demás cada día a las siete de la mañana". El servicio se puso en marcha en marzo de 2014 y desde entonces se mantiene gracias a las ayudas de bares, confiterías y de asociaciones como el Banco de Alimentos. Las colaboraciones del Rotary Club empezaron en el mismo 2014 y en junio de 2015, a través de un acuerdo con la Fundación Alimerka, los rotarios entregaron a las Siervas de Jesús 6.000 euros en bonos de 30 euros que aún no se han agotado. Los cupones aún sostienen a las familias necesitadas que se acercan a la orden.

En las colas que cada día se forman a la puerta del pequeño comedor se juntan tanto inmigrantes y españoles en situación prolongada de pobreza como gente "de Oviedo a la que siempre le había ido bien" y que, con la crisis, tal y como relata una de las voluntarias, "han caído en desgracia".