El tenor José Bros, acompañado de la soprano Elisabet Pons y el pianista Marco Evangelisti ofrecen este domingo (19 horas) en el teatro Campoamor el recital "Non ti scordar di me" ("No te olvides de mí"), que es el título de la canción de Ernesto de Curtis compuesta en 1935. Bros aprovecha la visita para hacer su propia "celebración de los 125 años del Campoamor" y la de sus bodas de plata desde que pisó el escenario del teatro ovetense. Celebración doble, ya que el próximo jueves representa "Doña Francisquita".

- El recital hace un recorrido por ópera, zarzuela y canción italiana, ¿cómo lo ha ideado?

-Lo hemos preparado tanto con Elisabet Pons como con el pianista, Marco Evangelisti, con el que tengo una relación profesional de más de 20 años y dirige el repertorio. Es un paseo por la canción italiana, la más popular digamos; una pincelada de ópera y una segunda parte de zarzuela con "La del manojo de rosas, "La tabernera del puerto", "Luisa Fernanda"... Toda la segunda parte, dedicada a la zarzuela.

- Que coincide con el festival de estos días.

-Independientemente de que estemos en el festival lírico es un género que siempre me acompañó y va muy bien a mis características. Será bonito hacer un programa variado y disfrutar al máximo el domingo.

- ¿Hay alguna mecánica para elegir el repertorio?

-El repertorio lo escogemos nosotros, de acuerdo con los ensayos. Y es bonito para el que canta, pero también para el que acompaña. Encaja bien porque son piezas que he cantado mucho, lo confeccionamos a medida. Es una ocasión muy bonita para celebrar en primer lugar los 125 años del Campoamor y los 25 de mi debut aquí, que se cumple el próximo diciembre. También debuté entonces con un recital y otra soprano.

- O sea, que se siente identificado con el público del Campoamor.

-Muy identificado. Muchísimo. Estamos hablando de que yo debuté con un rol protagonista en 1991 y, al cabo de un año, ya estaba en Oviedo, que para mí era un referente cultural y musical de todos los géneros. Y también por todas las voces líricas que han pisado el escenario del Campoamor. Cuando llegué sentí una ilusión especial. Fue de los primeros teatros que confiaron en mí, a parte del debut en el Liceo de Barcelona en 1991. Son 25 años y han ocurrido muchas cosas.

- ¿Alguna singular?

-Recuerdo con especial cariño unas funciones de la "Tabernera del Puerto" en las que se me pidió el bis. De acuerdo con el director lo hicimos, y fue muy celebrado. Según me dijeron después no era habitual el bis, entiéndase en el transcurso de una gran obra. Pues tuvimos que repetir la romanza. Así que venir a Oviedo y especialmente pisar las tablas del Campoamor me hace sentir como en casa. Un público que me quiere y me ha seguido artísticamente. Hice aquí más de catorce títulos entre ópera y zarzuela. Son muchos.

- ¿Cómo valora la zarzuela?

-Muchísimo. Se decía género chico, no por pequeño; porque duraba poco. Vamos a interpretar "Doña Francisquita" el jueves. Es una gran zarzuela. De chico no tiene nada. Me siento identificado con el género, me gusta; me ha dado satisfacciones. Tuve ocasión de grabarla y representarla en escenario. Es nuestro género, nuestro estandarte; aquí y fuera de nuestras fronteras.

- ¿Un recital como el del domingo, voz y piano, es especialmente complicado?

-Lo es. Muy complicado porque se va de una pieza a otra. De hablar de amor a hacerlo de muerte o naturaleza. No hay un desarrollo como en una obra. Vas de personaje a personaje o de situación a situación en segundos. Y eso es difícil a nivel interpretativo; pero da grandes satisfacciones. Tantas entradas y salidas te obligan a pensar para transformarte en los distintos personajes. Son segundos para cambiar de chip y transmitir al público.

- ¿Este tipo de recitales son un buen formato para incorporar público?

-Creo que sí, que el público disfruta. Y disfrutamos nosotros. Se trata de conectar enseguida; el contacto con el público tiene que ser inmediato. Transmitir desde el primer momento. Cada noche tiene que ser única y mágica.