Mal día para una pata salvaje y su prole de excursión por el casco viejo de Oviedo. La odisea de una hembra y su prole por la calle Jesús causó ayer sensación a los vecinos, requirió la intervención de una concejala, un policía y varios funcionarios y acabó con un final feliz para algunos y cierta dosis de drama para otros protagonistas.

La pata salvaje, que probablemente había criado en algún punto del casco viejo, decidió ayer a primera hora salir de paseo con sus patitos. Era muy pronto, sobre las siete de la mañana. Los vecinos la vieron aparecer por la parte alta de la calle Jesús, en dirección a Fruela a la misma hora que los camiones de reparto empiezan a circular por el antiguo. Una combinación peligrosa. Al menos dos de las crías, que rondan los diez días de edad, murieron aplastadas por las ruedas de los camiones. Ante la alarma, el personal de un establecimiento de la calle rescató a siete patitos y los puso a salvo en una caja de cartón, según relataba ayer Manolín Campa, responsable del bar donde auxilió a las aves.

La concejala de Educación, Mercedes González, se acercó a interesarse por los animales como responsable política del albergue de animales. Dada la orden a la policía, los patinos permanecieron en la caja de cartón hasta las once de la mañana, custodiados durante la última media hora por un agente de la policía local.

Durante este tiempo, la madre acudió al menos tres veces al lugar, posándose en el tejado del edificio del otro lado de la calle. El servicio de Parques y jardines pasó finalmente a recogerlos y pudo identificar a los ejemplares como patos salvajes. No habían salido del Campo de San Francisco, y dejarlos en el estanque hubiera supuesto un gran peligro para las crías, por lo que se decidió enviarlos al vivero municipal, donde se criará a los "patinos" hasta que estén listos para dejarlos en libertad, esta vez sí, en el Campo de San Francisco.

Final más o menos feliz para ocho de las diez crías, ahora separadas de su madre, que, quizá, siga buscándolas por la calle Jesús sin entender todavía la peripecia de su prole.