El público del Auditorio Príncipe Felipe fue ayer testigo de la enérgica confluencia musical de la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Guanajuato (México) y del Cuarteto Brodsky (Gran Bretaña). Una mezcla vigorosa, bien dirigida por Roberto Beltrán Zavala, que fue ganando cuerpo a medida que avanzaba el concierto.

El programa comenzó con una interpretación, por parte de la orquesta azteca, de "Las mujeres de Pénjamo. La marcha de las rehenes", una pieza de factura clásica del también mexicano González Compeán. Pero fue con la segunda pieza, el Concierto para cuarteto de cuerdas y orquesta de Martinu, ya con el Cuarteto Brodsky en liza, cuando los músicos lograron conectar con el público ovetense.

La amplitud de la orquesta mexicana -reforzada en el Auditorio con dos chelistas de Oviedo Filarmonía y una de la OSPA debido a un problema en el enlace aéreo que impidió desplazarse a tres músicos- aportaba sonoridad y volumen, lo que permitió al cuarteto mostrar su virtuosismo, para agrado del público. En un concierto claramente "in crescendo", la segunda parte, dedicada a la Sinfonía nº. 5 de Dimitri Shostakovich, reforzó la conexión entre el público y los músicos, bien dirigidos por Zavala. El culmen lo puso, tras el primer bis, la interpretación de un "Asturias patria querida", con todo el Auditorio puesto en pie, que acabó con una prolongada ovación.