Javier de Borbón-Parma, pretendiente carlista al trono de España, se enfrentó a Franco y rechazó el Estado totalitario en el que el general sumió al país después de la Guerra Civil. "El príncipe no estaba de acuerdo con aquello, porque defendía la pluralidad de las Españas y el protagonismo de la sociedad civil, que el franquismo no reconocía".

Así lo explicó ayer en el Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA el historiador Javier Cubero de Vicente en la conferencia titulada "Don Javier de Borbón-Parma, un príncipe carlista más allá de la condena al olvido", que impartió con motivo del 40.º aniversario del fallecimiento del príncipe carlista en su exilio de Suiza.

Cubero explicó que el Gobierno de Adolfo Suárez tenía prohibida la entrada en territorio español al príncipe, de profundas convicciones católicas, que durante la Primera Guerra Mundial gestionó un proyecto de paz separada entre Francia y Austria.

Durante la Segunda Guerra Mundial participó en la resistencia antifascista francesa como dirigente de un maquis partisano, por lo que fue detenido por la Gestapo e internado en el campo de concentración nazi de Dachau.

Como dirigente del carlismo, Borbón-Parma rechazó el Decreto de Unificación, la norma jurídica promulgada durante la guerra el 19 de abril de 1937 por Francisco Franco en Salamanca, mediante el cual se fusionaban bajo su mando los partidos políticos Falange Española de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FE de las JONS) y la Comunión Tradicionalista, creándose un nuevo partido único con el nombre de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (FET y de las JONS). Los restantes partidos políticos existentes en la zona sublevada fueron suprimidos. El príncipe respondió jurando los Fueros en Guernica y denunciando la implantación de un régimen totalitario de partido único. "El decreto de unificación supuso la desaparición del carlismo como tal y la expropiación de sus bienes, entre ellos medio centenar de periódicos y radios", indicó Cubero.

"Aquella norma se promulgó poco después del bombardeo de Guernica, que significó la ruptura de las negociaciones entre los carlistas y el Gobierno del PNV, que estaba dispuesto a dejar las armas", añadió el historiador. En febrero de 1972, tras sufrir un grave accidente de tráfico, el príncipe concedió plenos poderes a su hijo, Carlos Hugo, para dirigir el Partido Carlista, y el 20 de abril de 1975 abdicó en él sus derechos dinásticos. Dos años después fallecía en la ciudad suiza de Coira, en el cantón de Graubünden.