Más allá del encanto de sus calles, la belleza de sus monumentos y los tesoros que estos guardan en su interior, Oviedo tiene poco que ofrecer a los turistas. Así lo sostienen los comerciantes del casco viejo. Apuntan que la ciudad necesita una programación de actos lúdicos más variada y promocionar algunas de las joyas con las que cuenta la capital del Principado, que necesitan que se les saque brillo. "En otras ciudades se trabajan más los actos culturales", señala Sandra Sutil, presidenta de la Asociación Comercio Oviedo Antiguo (ACOA), que añade que en los negocios del casco viejo, la zona más transitada por los viajeros, son constantes las preguntas referentes al Museo de Bellas Artes de Asturias, pese a que se encuentra junto a la Catedral y es una de las piedras angulares del barrio: "Entran y preguntan dónde está y el horario que tiene, que en verano quizás convendría ampliarlo".

"Los viajeros vienen y no saben dónde ir, ellos mismos nos transmiten estas quejas", cuenta Margarita Fernández, que regenta la tienda de souvenirs "Rúa 11". Tiene su negocio frente al Bellas Artes y señala que, pese a que "es gratuito y uno de los mejores de toda España", pasa desapercibido. "Las administraciones tendrían que darle más publicidad". Sobre todo, señala, teniendo en cuenta que "el turismo de Oviedo es fundamentalmente gastronómico y cultural".

"La cifra de visitantes es alta, es evidente que falla la dinamización del comercio para aprovechar ese turismo", añade Cristina García, que es secretaria de ACOA y tiene un negocio La Cesteríam, en el Fontán. "Más oferta cultural puede aumentar aún más los visitantes pero para aprovecharlo necesitamos acciones", comenta antes de exponer una de las principales reclamaciones de los comerciantes del Antiguo. "Cuando realizamos exposiciones de nuestros productos fuera de los negocios la facturación aumenta. El turista ve actividad y se anima", resalta para pedir que se permita a los comercios sacar el escaparate a la calle. "Hay campañas puntuales en que nos dejan pero en general no hay permisos", lamenta, del mismo modo, Sandra Sutil, presidenta de la asociación.

En el plano económico, los negocios del casco viejo se quejan de que la recaudación no crece al mismo ritmo que el número de visitantes. "La gente antes gastaba mucho más, ahora se llevan cosas pequeñas, como imanes", dice Margarita Fernández tras el mostrador de su tienda de souvenirs, para apuntar a continuación que "ya no estamos en los tiempos de bonanza de antes de la crisis". A su juicio, el descenso del paro puede llevar a pensar que el consumo remonta. Pero, en su opinión es la precarización de los empleos, que ha encogido los sueldos, la que impone precaución a la hora de sacar la cartera: "La gente gana menos y las compras son más bajas".

A pesar del bache económico y del susto que muchos compradores aún tienen metido en el cuerpo, otros comerciantes sostienen que lo peor ha quedado atrás. "Los clientes no gastan como hace siete años pero se nota que ahora ya se empiezan a animar", dice Luis Cadenas, de la tienda de productos gastronómicos "La Casa Real del Jamón", donde el producto estrella para los turistas es el queso Gamonéu, seguido del Cabrales y del preparado de fabada con alubia manteca de Navia.

Y en la hostelería del Antiguo, la valoración también es positiva. Al menos en las zonas con mayor tránsito de viajeros. "Hay mucha gente, los menús funcionan muy bien y la carta, por las noches, también", indica María Corzo, del "Jamón Jamón", situado al lado de la plaza Porlier. "Pero en la Avenida Galicia, que yo vivo allí, se ve todo muy parado", señala la trabajadora, que indica que en la hostelería, el negocio con los turistas va por barrios.