"En unos días mejoré la tira". Este es el testimonio de la alegría que siente Amada Díaz, una mujer de 85 años afectada de párkinson, que llevaba diez meses sin poder salir de su piso de la calle Valentín Masip por no disponer de un elevador para sortear las escaleras del portal. Era una necesidad que la mujer se mostró dispuesta a satisfacer a comienzos de año, pero por la que, debido al atasco de la licencia municipal, tuvo que esperar unos ocho meses, según denuncia.

Desde finales del año pasado hasta esta semana, Amada sólo abandonó su vivienda en contadas ocasiones, siempre por causas médicas. "O bien venía la ambulancia por ella, o teníamos que hacer mil maniobras para conseguir salir y coger un taxi", explica el auxiliar de geriatría Santiago López, que cree que la salud de la mujer se vio mermada por su obligado encierro. "No podía salir a que le diera el aire y lo notó", apuntó.

La situación cambió radicalmente desde el viernes de la pasada semana, cuando la mujer estrenó el elevador que ahora le permite, al menos, dar una vuelta por la calle ayudándose de un andador. "Está muy mejorada desde entonces", sostienen los familiares sobre una larga espera que fuentes municipales achacan a varios errores en la documentación presentada para la solicitud.