Uno de los niños que ayer corrían por el parque del Truébano, cuando llegó al Sahara después de sus vacaciones en Asturias el año pasado pintó en la pared, detrás de un mueble donde su madre no pudiera ver lo que acababa de hacer, trescientas rayas para ir contando los días que le quedaban para volver a Oviedo. Había venido con el programa "Vacaciones en paz", y este año repitió.

Y como Hosein, muchos niños corrieron ayer por los terrenos del viejo hospital en un evento solidario organizado por la Plataforma SOS Viejo Hospital, la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui, la Delegación Saharaui en Asturias, la Comunidad de Residentes Saharauis en Asturias y el programa "Vacaciones en paz".

La jornada comenzó a las cuatro de la tarde y se alargó hasta última hora. Poco a poco el Truébano fue llenándose de las familias asturianas de acogida y sus niños saharauis, de los que pronto tendrán que despedirse. En el parque, en el que se instaló una jaima, pudieron beber té, bailar música saharaui y jugar a la rana, a los zancos y a otros juegos tradicionales asturianos.

Por estas fechas se cumple un año desde que la Plataforma SOS Viejo Hospital se presentó públicamente con una sextaferia en lo que actualmente es el Truébano: "Deseábamos celebrar este primer aniversario no mirando para adentro, sino también mirando para fuera. Nosotros queremos ser solidarios también con todos aquellos que lo pasan mal, como el pueblo saharaui", comentó el portavoz de la Plataforma SOS Viejo Hospital, Nacio González.

Sobre el motivo de convertir el aniversario en una fiesta solidaria, González explicó que quieren agradecer la solidaridad de "cientos de familias que llevan años trayendo a niños a pasar el verano aquí y de esta manera evitan tener que pasar el verano en medio del desierto a más de 40 grados".

Félix Flórez, coordinador del programa "Vacaciones en paz", aplaudía ayer la fiesta del Truébano. "Nunca se había hecho una reunión así de convivencia y es una manera de ir dándole un uso a este parque. Lo único malo es la probabilidad de lluvia, pero esperamos que el año que viene se repita la iniciativa".

Pero los realmente protagonistas de la jornada fueron los niños saharauis y las familias que estos meses los acogen en sus casas. "La situación de traer un niño saharaui a casa es algo enriquecedor tanto para él como para mí", comentaba Olegario Méndez mientras animaba a Hamma a jugar a la tradicional rana. Hamma es el quinto niño que acoge en su casa y seguro que no va a ser el último: "Un niño siempre enriquece una casa". Méndez explicaba que mantiene relación con todos los niños que tuvo en su casa. "Fui a visitar a sus familias de allí, y te acogen como a uno más. Es sorprendente ver cómo te tratan cuando vas con lo poco que tienen".

Unos que se estrenaron en el asunto fueron Conchi Pérez y Carlos Braña. Padres de tres hijos, se animaron este año a traer a Wana del Sahara. "Es una experiencia muy buena, algo para repetir", decía Braña mientras Wana bailaba vestida con ropa tradicional. "Además, nosotros también nos relacionamos, porque quedamos con otras familias de acogida para ir a la playa o al parque. Hasta hemos bajado el Sella", comentaba su mujer.

Los niños han ido a la playa, han conocido Asturias y han practicado el castellano, su segunda lengua. "Lo único malo de estos meses ha sido el agua de la playa, que estaba muy fría", exclamaba Rim de 11 años.