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Mi primera vez

San Mateo después de San Mateo

Ayer fue el día de San Mateo. Una efeméride que para cualquier ciudad significaría el final de sus celebraciones. Es decir, en cualquier lugar coherente. Pero si Oviedo, capital del Principado de Asturias, empieza sus fiestas bebiendo mojito y no descorchando botellas de sidra, tampoco se iba a permitir la frivolidad de terminarlas con algo tan poco glamuroso como el "bollo preñao". En Salamanca, la Semana Santa, que es tan o más importante que las Ferias, se acaba con el Lunes de Aguas. El nombre viene por el "Padre Putas", un párroco encargado de sacar a las meretrices en balsa por el Tormes y luego volver a traerlas, el lunes siguiente al de Pascua. Ese día, los charros bebemos y comemos hornazo en la ribera del río. Y al día siguiente nos disolvemos y entregamos las armas. Oviedo se empeña en seguir San Mateo incluso después de San Mateo. Será por los días de lluvia que hay que descontar de las fiestas. O porque es una muestra más de la ciudad curiosa de la que habló Sid Lowe en el pregón.

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