Veintisiete años no son más que una cifra. Pero desde la última vez que "The Christians" visitaron Oviedo ha pasado mucho tiempo. Y muchas cosas. El Carlos Tartiere no era nuevo porque no había un campo viejo. Gobernaba Felipe González. Internet nadie sabía lo que era. Y los que grababan lo hacían con aparatosas cámaras y no con modernos teléfonos móviles.

Llovía en esa noche, 28 de octubre, en la plaza de toros. Ante mil personas, el grupo inglés, dicen las crónicas de la época, dio una lección de profesionalidad. Ayer, 27 años después, "The Christians" regresaron. O al menos lo hizo su vocalista, Garry Christian, el único superviviente de esa húmeda noche carbayona. Sobre el escenario, el pop inglés que coronó listas en los 90 con ciertos tintes de soul, demostró seguir vigente. Y es que desde el mismo momento en el que los británicos pisaron las tablas, el público ya se mostró dispuesto a disfrutar, vitoreando a los protagonistas de la noche. Arrancaron diciendo "I love stories", y siguieron con temas que evocaban el tiempo pasado. Un marco que ni pintado para la ocasión. Tras su primera arrancada, la banda de Liverpool agradeció al público su presencia, y en un inglés que todo el mundo entendió, dijeron que estaban "encantados de estar allí". Ellos tampoco podían olvidar que había pasado mucho tiempo y que las diferencias eran evidentes. Ayer, "The Christians" hechizaron con su pop inglés a un ágora que presentó unas cifras de afluencia sensiblemente superiores a las de aquella noche de 1990. Como ese 28 octubre, "el calvito de la gorra" volvió a mostrar su dotada voz e incluso se animó con una promesa: "la próxima vez que venga a Oviedo hablaré español". Instrumentalmente, "The Christians" también rayaron a un buen nivel. No son un grupo conocido por el gran público, lo que sumado a que cantan en una lengua extranjera podía dejar en fuera de juego a más de uno. Por eso, la correcta intervención de los instrumentos, sumado a un inteligente juego de luces, fueron cruciales para retomar el mismo ambiente especial que rondó hace 27 años.

Los de Liverpool habían recogido el testigo de Stacey Kent en la plaza de la Catedral. La angloamericana dejó un poso especial con su jazz. La nominada a un premio Emmy interpretó alguno de sus temas más reconocidos. Sus armoniosa voz, melodiosa incluso cuando se dirigía al respetable hablando, casaba a la perfección con el ambiente sosegado que reinaba en la plaza de la catedral a las nueve de la noche.