Todo lo que era alegría, jolgorio y diversión en la última gran noche de las fiestas de San Mateo se convirtió en apenas unas horas en un panorama desolador. La ciudad amaneció ayer con toneladas de basura acumulada en las calles. Los testigos de lo vivido en las horas centrales de la jornada nocturna apuntan a los multitudinarios botellones y las iniciativas festivas desarrolladas al aire libre como causantes de tales montones de residuos, recogidos por el personal de limpieza con los primeros rayos de sol.

La plaza Trascorrales, la de la Catedral y la calle Mon fueron algunos de los ejemplos de espacios públicos anegados por botellas y vasos en su mayoría de plástico, aunque también podían hallarse importantes cantidades de vidrio por el suelo. La circunstancia generó las quejas de muchos vecinos, unos madrugadores y otros trasnochadores, que no dudaron en criticar el incivismo de sus semejantes y compartir el lamentable estado que presentaba el corazón de la ciudad.

Si bien la acumulación de basuras fue la tónica durante las citas más concurridas, incluida la noche de los fuegos, cuando las zonas verdes del Parque de Invierno se quedaron pequeñas para tanta garrafa y litrona, muchos coinciden en que el cénit de la acumulación de desechos se alcanzó en la noche del pasado sábado. Para muchos de los incondicionales de las celebraciones ovetenses fue la despedida a diez días de excesos.

Una de las notas curiosas de la despedida festiva la puso la presencia de puestos ambulantes que ofertaban una amplia carta de bocadillos en el Antiguo, valiéndose de planchas que funcionaban a base de gas butano. El nivel cuatro de alerta terrorista no supuso impedimento alguno para que los vendedores se paseasen al libre albedrío entre la multitud portando en sus carritos bombonas, en una práctica cuya legalidad cuestionaban los vecinos.