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125.º aniversario de la AMSO

Zapico, la memoria socialista

El afiliado más antiguo del PSOE local, con 66 años de carné, aboga por la reindustrialización de Asturias "para que los jóvenes tengan futuro"

Jesús Zapico, ayer, a las puertas de la Casa del Pueblo. JULIÁN RUS

"Siguen gobernando los de siempre, pero ahora, por lo menos, todos podemos hablar". Jesús Zapico, 80 años de edad y 66 de militancia socialista, no tiene pelos en la lengua. Lo mismo critica a José Ángel Fernández Villa, al que acusa de haber sido confidente de la policía franquista, que a Pedro Sánchez, su secretario general, por no haber dimitido a causa de los malos resultados electorales. El afiliado más antiguo de la Agrupación Municipal Socialista de Oviedo (AMSO), que celebra ahora su 125º aniversario, participó activamente en la vida del partido tanto en la clandestinidad como en la democracia, pero sin haber ostentado cargos orgánicos. Cuenta que cuando Rafael Fernández regresó del exilio, y se convirtió en presidente del Principado, le ofreció ser delegado del Gobierno en una región en la que "era más conocido que Franco". Zapico rechazó el ofrecimiento y Pura Tomás, esposa de Fernández y buena amiga suya, le apoyó en esa negativa: "No puede ser, Rafa. Éste dice a la cara y en voz alta lo que otros dicen por la espalda y en voz baja". Los años no le han cambiado.

Jesús Zapico nació en el concejo de Aller en 1937, en plena Guerra Civil. Sus padres, que colaboraron con los "fugaos", fueron víctimas de la represión franquista y él se crió en colegios de auxilio social de Colloto, Avilés y Gijón. Con 14 años entró en la mina de Coto Bello tras falsificar la documentación para figurar con los 16 años de edad necesarios para bajar al pozo. Fueron tiempos duros. "Caminaba todos los días dos horas y media para llegar a la mina y cobrar diez pesetas", rememora.

Luego, Zapico trabajó en la mima de La Camocha hasta que dejó la actividad con tercer grado de silicosis. Fue en esa explotación gijonesa donde entró en contacto con Enrique Díaz, de cuya mano se afilió al PSOE. "Entonces en el partido había muy poca gente, eran casi todos del PCE y en La Camocha nació el sindicato Comisiones Obreras", apunta. Según consta en el diccionario biográfico del PSOE, este allerano tomo parte de forma activa en la reconstrucción del partido y de la UGT tras la redada que en 1958 había desarticulado la organización socialista en Asturias y en otras provincias españolas. Su relación con las huelgas mineras de 1962 le valió un paso por la cárcel y el posterior destierro a León junto a decenas de izquierdistas de la región, entre los que también estaba Gerardo Iglesias, futuro secretario general del PCE y con el que siempre mantuvo una buena relación.

En 1968, Zapico recibió el encargo de trasladarse a Oviedo para activar el socialismo en la ciudad, algo que logró apoyado por un grupo de mineros y por veteranos militantes locales, entre ellos Leonardo Velasco o Emilio Llaneza.

No tardaría en conocer el activo socialista a José Ángel Fernández Villa, del que nunca se fió y al que reprocha haber sido "chivato" de Claudio Ramos, comisario de la temida brigada político social del franquismo. "Yo nunca quise saber nada de él, ni él de mí, pero es cierto que muchos de los que ahora hablan tan mal de Villa llegaron donde están gracias a él, Javier Fernández incluido", afirma Zapico, al que la caída del otrora todopoderoso líder del SOMA no le sorprendió en absoluto. "Estaba visto. Y eso que no salió todo lo que hay...".

Sobre la política municipal, cuenta el histórico socialista que si Antonio Masip fue elegido candidato a la Alcaldía en los primeros años ochenta del pasado siglo, en lugar de Wenceslao López, fue con las reticencias de numerosos militantes, que dudaban por su nulo pedrigrí izquierdista. "La verdad es que nos mandaron apoyarlo desde Madrid; nos dijeron que en Oviedo teníamos que poner a un burgués de familia de derechas porque de lo contrario no íbamos a ganar las elecciones jamás. Pusimos a Masip y arrasó, lo votó todo el mundo, lo mismo de derechas que de izquierdas", reconoce. Por cierto, el hecho de que el exalcalde dejara el Ayuntamiento con "muchos millones de pesetas en el banco" tampoco convenció para nada a Zapico. "El Ayuntamiento no está para ahorrar dinero, y menos si, como ahora, la calle estaba llena de pobres y había pueblos sin agua y sin alumbrado público" afirma.

De acusado espíritu crítico, Zapico sí alaba los primeros años de Felipe González en La Moncloa. "Era de izquierdas y lo hizo muy bien al principio", afirma el socialista allerano, que no tiene tan buena opinión de Alfonso Guerra. "A su padre le condecoró Franco, a los míos ordenó que los mataran", dice.

Tampoco está muy satisfecho Jesús Zapico con el actual secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. "Yo a esti chaval no lo apoyé porque creo que tenía que haber dimitido tras obtener los peores resultados; antes quien sacaba pocos votos lo dejaba, como Rubalcaba", afirma.

La crisis independentista de Cataluña no ha cogido por sorpresa a Zapico, que mantiene una relación de amistad con Josep Borrell y que también trató mucho a Pascual Maragall. Cree que este desafío "estaba visto" por las continuas cesiones para dar estabilidad a los gobiernos centrales. Con todo, lo que realmente preocupa a este veterano socialista es el futuro de la juventud: "Necesitamos industria, porque lo único que hay son bares y comercios".

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