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RAMÓN FERNÁNDEZ-RAÑADA | Arquitecto, opta al Premio de Urbanismo Español con sus planes de protección de la costa asturiana

"La conservación de la costa asturiana está estabilizada y ha sido modelo para otras"

"La clave de la ordenación fue rebajar las reglas generales en favor de la consideración particular de cada problema"

Ramón Fernández-Rañada. MIKI LÓPEZ

Hay 310 playas y 3.651 construcciones en una franja de superficie de costa protegida de 350 kilómetros de largo que por su diversidad y extensión no encuentra equivalente en ninguna otra provincia española. Ordenarla, pues, no era fácil. El tratamiento protector del litoral asturiano que vino a dar en el Plan Especial de Suelo de Costas (PESC), aprobado en 2016 como desarrollo del Plan de Ordenación del Litoral Asturiano (POLA), quiso dar soluciones a la complejidad y por eso opta al Premio de Urbanismo Español 2017, que se falla pasado mañana y tiene al PESC entre los ocho proyectos finalistas. El arquitecto redactor de ambos, Ramón Fernández-Rañada (Oviedo, 1943), dirá que los dos se intentaron hacer "bien y con mucho cuidado", con más atención al caso concreto que a reglas genéricas inamovibles y la minuciosidad y el conocimiento como armamento contra las reticencias. La ordenación de la costa asturiana, que con el POLA ya fue Premio Europeo de Urbanismo 2006, aspira a seguir presumiendo de la mejor conservada de España.

- El Colegio de Arquitectos presenta el plan para que se reconozca su capacidad de poner el litoral al servicio de la actividad humana sin dejar de protegerlo. ¿Quiso sobre todo eso?

-Se trataba de resolver esa dialéctica. Lo dice el propio enfoque general que asume el POLA [lee]: "Lo que buscaba y busca fundamentalmente el Principado durante este proceso es resolver la dialéctica utilización-preservación del litoral, modificando el punto de equilibrio entre ambas en forma que, dándose siempre prioridad a la segunda, se potencie a su vez el uso ciudadano, facilitando el acceso y mejorando la calidad del uso recreativo".

- Pero esa armonía cuesta.

-Tiene muchas complicaciones. No dejan de ser 310 playas, el PESC llega a fichar más de 3.600 entidades? Hubo que estudiar muchas situaciones diferentes, sin perjuicio de que haya habido también una oposición dura. Hay que saber que el primer intento de ordenación de la costa data de 1974. El servicio de urbanismo de la Diputación elaboró entonces las normas subsidiarias de la costa cuando ni siquiera había salido la ley del Suelo de 1975. Era prematuro y quedó paralizado, pero el asunto reapareció cuando, a partir de 1981, hicimos el plan de ordenación de Gijón y establecimos una serie de categorías para el suelo no urbanizable -de protección de costas, el núcleo rural, el suelo de interés agrario y el genérico- que después fusilaron las normas regionales. Así empezó a establecerse la protección de costas para toda Asturias. El POLA se contrata en 1999 y se aprueba en 2005. Desde entonces se acabó con la demolición costera que hasta ese momento estaba teniendo lugar.

- ¿Cómo se aborda la extensísima casuística de una costa diversa?

-Con mucho cuidado. El primer avance lo hice en un año, con dos meses más para revisarlo, y la primera línea la tracé a los siete meses de comenzar el trabajo. Hasta entonces, todo había sido visitar y pensar lo que se podía hacer. Finalmente, salió el documento, que ahí está, que preveía a continuación una cadena de planes específicos de los que sólo salió adelante el PESC. Los otros eran sobre campamentos de turismo, redes eléctricas o áreas degradadas.

- ¿Que sería bueno que también se desarrollasen?

-Sí. Pero algunos tienen grandes dificultades. Durante la tramitación del POLA, los promotores de campings demostraron tener una gran capacidad de presión, hasta el punto de que una clasificación que preveía ordenarlos por categorías terminó quedando en algo meramente indicativo. La de redes eléctricas suponía que el Principado podía llegar a negociar con las grandes empresas de forma que se pudieran tomar medidas con compensaciones adecuadas y en buen plan, pero no creo que eso ahora le interese a nadie.

- ¿Qué ha hecho el POLA por nosotros?

-Se considera a Asturias como la región con la costa mejor conservada, con todas sus limitaciones, que son muchas.

- ¿Como cuáles?

-Sitios concretos donde está deteriorada y que no son para presumir. Pero la conservación está estabilizada y ha servido de modelo a otras.

- ¿Por qué?

-Porque hubo gente que pensó en ello, que lo hizo a tiempo y actuó en términos prácticos como se debía.

- ¿La situación de la costa asturiana es buena en sí misma o por comparación con todas las aberraciones que se han cometido ahí fuera?

-El plan ha tenido en general muy buena crítica, pero también es evidente que el estado del litoral asturiano es bueno por comparación. Aquí hubo que llegar a cada sitio como se pudo. En abril de 1982, por ejemplo, se tramitó una suspensión de licencias en toda la línea costera de Gijón, porque aquello se estaba derritiendo. A partir de la entrada en vigor de la ley del suelo de 1956 se produjo un deterioro muy agudo de todo lo rural que fue particularmente intenso en las áreas costeras. Aquellas normas del Principado en los ochenta tuvieron una gran influencia, porque todas las revisiones de planeamientos municipales empezaron a contar con suelo de protección de costas.

- ¿Qué hace diferente a la costa asturiana?

-Es muy diversa. No tiene sentido comparar, por ejemplo, la costa de Llanes con la de Villaviciosa o con la de los puertos del Occidente, con sus castros costeros casi desconocidos, con emplazamientos paisajísticamente privilegiados? Lo que hubo que hacer fue disminuir las reglas generales en la medida de lo posible a favor de la consideración particular de cada uno de los problemas a los que se debía hacer frente. El POLA intentó hacer las cosas bien y con mucho cuidado.

- Y afrontar unas cuantas presiones en sentido contrario. ¿De dónde vinieron las peores?

-Hubo de todo. Sólo hay que ver el informe de alegaciones. Alegaron bastante, y sabe Dios hasta dónde presionaron, las explotaciones auríferas, fueron muy activos los campistas y hubo ayuntamientos particularmente agresivos.

- ¿Qué futuro le espera al área metropolitana?

-Simplemente diré que soy muy escéptico sobre cómo se llevan esas cosas.

- ¿La dinamitará el localismo?

-Hay que buscar una serie de documentos robustos que puedan ser aplicados superponiéndose unos a otros y que sean puestos en práctica unas veces por la CUOTA y otras desde los municipios, de modo que no vean amenazada su autonomía. El enfoque utilizado no es muy útil.

- ¿Le agrada la propuesta de reutilización universitaria de los terrenos del viejo HUCA?

-Ya existía un trabajo previo en el mismo sentido. La primera idea de trasladar el hospital y pactar con la Universidad fue de Juan Luis Rodríguez-Vigil en su etapa como consejero de Sanidad. Se hizo un trabajo que él expuso al entonces ministro de Cultura, Javier Solana, y al rectorado, pero que quedó paralizado, como tantas otras cosas, y desapareció. Ahora, hay problemas que ya no se pueden resolver, es demasiado tarde, pero sí se puede componer un ambiente agradable que coadyuve al mejor desarrollo de la Universidad dentro de ciertos límites.

- ¿Quién paga esa fiesta?

-Ese es otro problema. Formé parte del tribunal y en el concurso se proponían las soluciones económicas como condición esencial y todas las propuestas presentadas preveían del orden de mil viviendas. La financiación sería bastante compleja, porque tendría que venir de ámbitos muy diferentes.

- ¿Qué opina de los concursos populares de ideas?

-El planeamiento físico es muy complicado, una cuestión casi de despotismo ilustrado, de todo para el pueblo, pero sin el pueblo, aunque no sea exactamente así. Se tiene en cuenta todo lo que dice la gente, pero hay que partir de que las grandes ideas y la organización debe hacerse a veces en direcciones que extrañarían a quienes opinan de otra manera.

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