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Joaquín Robles: "Yo hubiera puesto a trabajar a Rousseau en un centro de Secundaria"

El filósofo murciano critica a aquellos que se autoproclaman hombres del Renacimiento: "Son unos bobos"

Joaquín Robles no se pone trabas a la hora de desmontar mitos filosóficos con el de "El buen salvaje". A "Rousseau le hubiese puesto yo a trabajar en un centro de secundaria", sentenció el filósofo murciano durante su conferencia "El marxismo no es humanismo", en la escuela de filosofía de la Fundación Gustavo Bueno. En esa crítica del buen salvaje abundó al decir que "si se deja a un hombre a su libre albedrío", como propone Rosseau, "ríete tu de los nazis".

Siguiendo con las citas y el nazismo, Robles también apuntó a aquello de "el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla". "Esa afirmación es una gratuidad, acaso piensan que Hitler no conocía la historia, acaso piensan que Hitler no sabía la paliza que había llevado Alemania en la Primera Guerra Mundial". Además "el futuro de la humanidad no está escrito bajo ninguna ley determinista de la historia", insistió.

Robles explicó que "hay muchas clases de humanismo y muchas de ellas son incompatibles unas con otras", y por ello criticó a aquellos que hoy en día se autoproclaman "hombres del Renacimiento" o "librepensadores". "Son unos bobos de remate que se creen que por decir que son librepensadores tienen derecho a pensar y decir lo que es venga en gana". Recordó también a Gustavo Bueno cuando resumía la cita de "nada de lo humano me es ajeno", explicando que lo que quiere decir no es ni más ni menos que "Terencio era un cotilla que quería saber todo de sus vecinos".

Respecto al marxismo no le negó el ponente los componentes humanistas pero él considera que deben ser eliminados si se quiere poner a la doctrina de Karl Marx el título de filosofía.

Repasó los distintos manifiestos humanistas de 1933, 1977, 1988 y 1999. En el primer caso se aboga por "un capitalismo de rostro amable" que es superado por el manifiesto del 77, que se opone al marxismo-leninismo y utiliza la declaración universal de los Derechos Humanos para defender el divorcio, el aborto y presentar "un mercado autorregulado frente a una Unión Soviética en Crisis". En 1988 llega "la globalización de la ética" y se empieza hablar de ecologismo, "algo que ya hizo Hitler en su libro "Mi Lucha" donde se plantea la necesidad de una tierra limpia". Es "una vuelta a los principios de la Ilustración".

Ya con el fin de siglo se presenta un humanismo "en el que aparece la defensa de la autodeterminación" al tiempo que se propone la creación" de una comunidad mundial con su propio parlamento".

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