"No sé si podemos estar aquí, igual hay que ser judío". Dos mujeres confesaban esta tarde en voz baja sus temores mientras se acercaban tímidamente a la celebración de la Janucá en el Fontán. Un hilo del que colgaban guirnaldas, adornos de colores y banderas españolas y de Israel delimitaba el espacio. En el centro había un candelabro (januquiá de nueve brazos) al lado de un abeto de Navidad. "Pasen, pasen. Son bienvenidas". Un joven con barba hipster y kipá en la cabeza les sacó de dudas rápidamente.

La presidenta de la Comunidad Judía del Principado de Asturias aprovechó que la lluvia les dio una tregua para tomar el micro e inaugurar la celebración. Aida Oceransky aprovechó la oportunidad para agradecer al exalcalde, Gabino de Lorenzo -"el mejor que ha tenido esta ciudad" - haberles cedido hace dieciocho años la casa del número 11 del Fontán para establecer allí la sede de la comunidad.

La mayor parte del público se resguardó en los soportales mientras los voluntarios encendían el candelabro judío. Allí estaban los concejales populares Agustín Iglesias Caunedo, María Ablanedo, Francisco Javier García y José Ramón Pando junto al edil de Ciudadanos, Luis Pacho. Todos participaron a su manera en los cánticos tradicionales de la Janucá, como "Candelitas. Y es que, aunque no cantaron, leyeron las letras de las cuartillas.

La fiesta conmemora la derrota de los helenos por el pueblo judío y la recuperación de la independencia sobre los griegos seléucidas con la posterior purificación del segundo Templo de Jerusalén. Según la tradición judía, el candelabro del templo se mantuvo encendido durante ocho días consecutivos con una exigua cantidad de aceite. Este milagro dio origen a la principal costumbre de la festividad, que es la de encender un candelabro llamado januquiá progresivamente durante ocho días.