David Soto encontró en el Talud de La Ería el rincón idóneo para lanzar su modelo de negocio. Le costó muchos años lanzarse a emprender por su cuenta y una vez dado el paso, el asesoramiento le vino como una bendición del cielo. "En el Talud hallas la tranquilidad necesaria para calmar los nervios que supone emprender", explica.
Reconoce que los principios no son fáciles, pero la ayuda del espacio coworking le vino bien para abrirse los ojos sobre muchas realidades. "Te das cuenta de que no tienes ni idea de nada, pero que puedes aprender mucho", comenta sobre su matriculación para cursos sobre legislación, gestión y otras innumerables materias en las que ya se considera al menos un iniciado.
Sin embargo, apunta al ambiente del espacio como el mejor aliado. "Es muy fácil que en la mesa de al lado tenga todo lo que necesitas", subraya, pues además de abrirle la puerta a organizar las animaciones infantiles de muchos eventos desarrollados en el propio Talud, el contacto con otras empresas le abrió nuevos caminos. "Varios nuevos clientes los hicimos gracias a las relaciones aquí establecidas", apunta, poniendo como ejemplo la participación en una conferencia en la que participaron 300 empresas. "Fue la mejor promoción posible", indica.
Es su experiencia la que le hace recomendar el Talud y sobre todo su personal, siempre que tiene oportunidad. "Yo entré con cara de preocupación y sólo hallé sonrisas y manos tendidas para salir adelante", relata agradecido.
