La Escuela de Minas clausuró ayer, después de tres días de talleres, concursos, compraventa y fascinación por lo precioso, raro y llamativo de las piedras, el XXIX certamen de minerales, gemas y fósiles. La cita, ya un clásico en la programación de la ciudad, volvió a reunir a lo largo de todo el fin de semana a miles de visitantes, con presencia destacada de niños y jóvenes.

Ellos fueron los protagonistas de los talleres previos de bateo de oro, en colaboración con el Ayuntamiento de Tineo y la asociación Barciaecus, y ayer disputaron a lo largo de la mañana las finales. En la categoría alevín el primer puesto fue para Hugo Martínez Quintana, seguido de María Lucía Aparicio y Sergio Estrada Paredes. En Infantiles, se impuso Victoria Álvarez Ordóñez y en segundo y tercer puesto quedaron María Ríos y Amalia Álvarez, respectivamente.

Más allá del bateo y de los talleres de gemas, este año fue novedad de éxito los cursillos para niños dedicados al manejo de maquinaria de mina por radiocontrol, con los que los pequeños pudieron mover palas o bulldozers a escala y transportar tierra de un lado a otro en la planta baja de la Escuela de Minas.

Y en el hall de entrada, como todos los años, una treintena de expositores, entre asociaciones, profesionales y coleccionistas privados, expuso las maravillas geológicas que fascinan a unos y otros: minerales raros, formaciones caprichosas y fósiles llamativos.

El profesor Rodrigo Álvarez explica que la exposición de Oviedo cae bien en el calendario porque llega después de la de referencia mundial de febrero de Tucson (Estados Unidos) y eso hace que a Minas lleguen los comerciantes con material nuevo y llamativo.

Este año se pudo ver, por ejemplo, pelos y una defensa completa de mamut procedentes de Alaska y Siberia y una extraña formación con ammonites de madagascar en el puesto de Paco Alonso Couce. O los trilobites de más de treinta centímetros que expuso Fernando Villa. O huevos de dinosaurio. Y rarezas minerales, por lo poco vistas, como cinabrios de la mina de Almadén o algunoas molibdenistas de México. Lo del precio, al final, casi eslo de menos. En la exposición, los niños y coleccionistas adultos se pudieron llevar muestras de minerales desde tan sólo un euro hasta a algunas piezas valoradas en más de 20.000. Los cristales y las rarezas de la naturaleza, valora el profesor Álvarez, siguen llamando la atención porque sus formas definidas y sus colores los hacen muy diferentes a lo que la gente está acostumbrada a ver.