Gascona se convirtió ayer en el bulevar del queso. Un año más, la popular calle ovetense, habitualmente consagrada a la sidra, celebró su certamen quesero. En total se pudieron degustar 80 variedades de 18 queserías asturianas, todos productos artesanos. Allí estaban las denominaciones de origen: Gamonéu, Cabrales, Casín y Afuega el pitu, además de la IGP de los Bellos y quesos de autor como Ovín, La Saregana o Vidiago.

Cientos de personas se acercaron a Gascona durante toda la mañana de manera intermitente. Hacía sol y la calle se llenaba hasta la bandera; llovía y el público se metía en los bares. La lluvia lo deslució todo un poco pero aún así fue un éxito para la organización y para los queseros. En total se vendieron alrededor de 1.000 quesos y eso que "no se trata de vender mucho, sino de que todos vendan un poco y principalmente de promocionar los quesos asturianos", en palabras de Isaura Souza, presidenta de la asociación de queseros asturianos. Souza destacó además que la calle Gascona "es un gran escaparate gastronómico" y por eso los empresarios queseros se unen para este tipo de actividades con las que dar a conocer sus productos. "Si paras a alguien en la calle y le dices que te diga nombres de quesos asturianos posiblemente no pase del Cabrales", se lamentaba la quesera. De ahí la necesidad de presentarse ante el público de manera conjunta.

En esa promoción, en ese dar a conocer el producto, tienen un papel fundamental los más pequeños. Por eso ayer en la explanada de la parte baja de la calle, junto al tonel que anuncia el Bulevar de la Sidra, se instaló una carpa donde se desarrollaron talleres infantiles en los que participaron alrededor de 40 pequeños.

"Se trata de explorar las sensaciones", explicaba Ana Fernández Cueto, responsable del taller, a los niños. Los hermanos ovetenses, de origen, aunque afincados en León, Jorge y Diego Villafañe y el niño Joel Fernández exploraron esas sensaciones. Los pequeños hicieron su propia combinación "con queso, fresas y nueces" y el resultado era "muy bueno", en opinión de Joel Fernández.

Además, como novedad este año, los asistentes a la cita gastronómica, que se llamaba "Quiero quesarte", pudieron degustar lo que los organizadores llamaron "barreña dúo". Se trataba de dos pequeños recipientes de barro con "barreña", un queso batido estilo requexón, con dos sabores distintos, en una de las cazuelas se le había añadido miel y en el otro ajo, picatostes y perejil. La combinación de dulce y salado, que se podía adquirir por un precio de cinco euros, fue una de las estrellas de la jornada. De postre, todos los visitantes que compraron queso en alguno de los puestos participaron en un sorteo de diferentes regalos. La feria del queso finalizó, de nuevo bajo la lluvia, a las tres de la tarde.