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Camín Real

Salvador Cárcaba, un médico del pueblo

Las Regueras homenajea al jubilarse a su galeno de los últimos 28 años, un hombre que convirtió a los pacientes en amigos y en parte de su familia

Salvador Cárcaba, a bordo de un barco durante un viaje.

Dicen que, a veces, el nombre propio tiene mucho que ver con la personalidad del sujeto que lo lleva. En este caso, el nombre de Salvador fue un poco premonitorio, ya que desde bien pequeño quiso ser médico para salvar vidas. Lo tuvo siempre muy claro y su padre le respondía:

-Bueno, si se puede.

Porque entonces aún no había Facultad de Medicina en Oviedo, pero la suerte le acompañó porque justo un año antes de acabar el bachillerato se inauguró la Facultad en El Cristo.

Salvador Cárcaba nació en Oviedo, en la avenida de Colón, hijo de Celestino y Olvido. Tiene un hermano siete años más joven, también médico, internista. Estudió en el Instituto Alfonso II toda su etapa escolar. Quería hacer una especialidad pero todavía no había MIR, así que cuando terminó la carrera fue a La Riera, en Somiedo, en principio por unos meses, en busca de dinero, que le hacía mucha falta. Estando allí, se convocaron oposiciones y las aprobó. Ya con plaza fija, siguió ejerciendo en La Riera hasta diciembre de 1980, 4 años en total. De allí se trasladó a San Martín de Teverga, donde ejerció durante 10 años. El 30 de mayo de 1990 llegó a Les Regueres. Al principio fue muy duro ya que tenía que estar disponible noche y día. Los pacientes le llamaban cuando lo necesitaban y él tenía que acudir a todas las urgencias, en su coche, por malos caminos, y al día siguiente abrir el consultorio toda la mañana. No le permitían hacer guardias con nadie. El gerente del área le dijo que esta situación duraría solo unos meses pero se transformó en diez años.

Días antes de tomar posesión de la plaza vino a conocer el centro de salud, donde estaba Elvira Muñiz Peruyero como médica interina que le puso al corriente de los pacientes. Le acompañaba el alcalde, Pepe el de Casa Concha, que le dio todo tipo de facilidades.

Considera que la relación con los pacientes fue siempre buena y fluida. Algunos hoy forman parte de sus amigos, casi son de la familia. Como es costumbre en los pueblos, le obsequiaban con huevos, productos de la huerta, embutidos,? "lo de casa" y él lo valoraba como lo que era, un agradecimiento sentido.

Cree que tuvo mucha suerte, porque si había algún caso complicado, ante la duda, consultaba con su hermano Victoriano, gran médico internista, y si la cuestión era de pediatría se apoyaba en su cuñada Zoa. Se siente muy agradecido por ello.

Preguntado por alguna anécdota, nos refirió una muy simpática. En una ocasión fue a la consulta una señora de más de 50 años que le dijo que no le venía el período. Salvador le comentó con tacto que podría ser el inicio de la menopausia, pero ella no estaba conforme. Entonces decidió hacerle un análisis de orina para ver si estaba embarazada, aún no se hacían extracciones en el consultorio. Así que volvió la señora con un frasco de vidrio que había previamente esterilizado y él lo envió a analizar. El resultado fue negativo, pero a los nueve meses, nació un chiquillo. ¿Cómo podía ser eso? Muy sencillo, la pobre mujer tenía tanto miedo de estar embarazada que llevó a analizar ¡la orina del marido!

Actualmente vive en San Claudio con su pareja Jesús y sus tres perros "Paco", "Bruno" y "Xana", que son su debilidad. Tiene un gran jardín que él mismo cuida con esmero, con ayuda, a veces, de sus perros; él protege algún árbol, como una preciosa acacia de Constantinopla, y ellos retiran la protección y así, días y días.

Le encanta viajar, caminar, la ópera, el cine y leer novela contemporánea. Se siente feliz y totalmente realizado porque disfrutó haciendo lo que le gustaba y, además, se siente querido por sus pacientes, a los que es capaz de ponerles cara y recordarlos, aunque ya haya tiempo que no estén.

Dice estar nervioso por la cena homenaje que sus pacientes tienen organizada para mañana en un restaurante cercano. Allí estará una gran representación de todo el concejo porque fue mucho lo que nos aportó. Veintiocho años llenos de historias, unas veces buenas, otras tristes, siempre con el denominador común del médico, de Salvador, de la persona cercana que daba confianza y esperanza a los pacientes. Momentos que cada cual guardará en su memoria, pero él especialmente se quedará con todos aquellos que fueron más difíciles y que logró resolver.

Salvador Cárcaba Fernández ya forma parte de la historia de Les Regueres como todos los médicos que le precedieron. En 1752 contaba el concejo con un cirujano sangrador llamado Francisco Martínez, a quien le pagaba el Ayuntamiento 300 reales de vellón al año.

Desde 1894 los encargados de la sanidad en este concejo fueron: José Fernández Moyano (1894-1936); Jerónimo Martínez Fernández (1936); Ricardo Escobar Arango (1936); Juan José Bros Cuesta (1936); Pío Martínez Méndez-Villamil (1939); Victorino García Jaurrieta (1940-1943); Manuel Rodrigo Uría Unquera (1941, 1943-47, 1953); Justiniano Alonso del Agua (1947-1950); Fernando Conde López (1951-1953); José Luis Alonso Río (1953-1955); Emilio Jaqueti Santos (1955-1986); Elvira Muñiz Peruyero (1985-1990) y Salvador Fernández Cárcaba (1990-2018).

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