El "violador del portal", un hombre de 38 años acusado de violar a una joven de 28 años y tocar los genitales a dos menores a las puertas de sus casas en 2016 admitió hoy ante la Audiencia Provincial que agredió a la adulta, pero se defendió señalando que ella "estaba bebida" y no se negó a mantener relaciones sexuales. Respecto a los casos de las niñas, de 12 y 14 años, negó haber abusado de ellas, aunque reconoció haberlas seguido hasta el portal como demostraron las grabaciones aportadas al caso.

La vista, celebrada hoy en la Sección Segunda, quedó aplazada a mañana, cuando está previsto que se produzcan las declaraciones de los forenses, un equipo psicosocial y un médico. En la misma prestaron declaración tanto el acusado como sus tres víctimas. Las últimas se ratificaron en sus acusaciones, mientras que el procesado rectificó en muchos casos lo dicho inicialmente cuando fue detenido a inicios de 2017.

Si bien tras la detención negó haber estado en el portal en el que se produjo la violación, las grabaciones de una cámara de seguridad en la que se le ve entrando detrás de la chica tras bajarse esta de un taxi le llevaron a rectificar. "La agredí, pero sin violencia", testificó ante el juez. Declaró que en ningún caso cogió a la mujer por el cuello, sino que la cogió "con suavidad por la cintura" y al ver que ella no le rechazaba la agredió.

La defensa considera el reconocimiento de los hechos, un avance obligado por las pruebas. "No le queda más que reconocer que estuvo allí", explica la abogada Ana María González, que califica los hechos "una violación de libro" por la que se enfrenta a diez años de prisión a los que hay que sumar cuatro más por cada una de las denuncias de las menores. "La penetró dos veces: una con el pene y otra con los dedos al no estar apto físicamente", defiende la letrada.

La acusación respecto a los dos casos de las niñas la lleva directamente la fiscalía. El proceder en ambos, según el ministerio público fue similar. El hombre persiguió a las niñas, vestidas con uniforme escolar hasta el ascensor de su bloque de pisos. Allí les pidió que le ataran los zapatos. Una se negó, pero logró tocarle las partes íntimas antes de huir, la otra cayó en la trampa de los cordones y aprovechó su despiste para hacerle los tocamientos, siempre según relata el propio fiscal en sus informes.