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Un plan redondo para la Catedral

El programa de obras redactado en 1996 entra en su fase final con la rehabilitación de la capilla de los Vigiles

Una catedral ejemplar

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Una catedral ejemplar Elena Fernández-Pello

Fue un suceso fortuito el que precipitó el inicio de las obras de rehabilitación de la Catedral de Oviedo. La abuela del actual Rey, María de las Mercedes de Borbón, había viajado a la ciudad para una consulta médica y aprovechó su estancia para visitar la Catedral. Ese mismo día, de noche y unas horas después de su paso por el templo, se desprendió una moldura del rosetón de la capilla de Santa María del Rey Casto. El incidente hizo arrancar con brío un ambicioso programa de actuaciones que llevaba tiempo cocinándose, desde 1995, y que se hizo efectivo en noviembre de 1996 con la restauración de la capilla del Rey Casto. El Plan Director de la Catedral de Oviedo redactado por Jorge Hevia y Cosme Cuenca sigue guiando, 23 años después, todas las intervenciones arquitectónicas en la basílica de San Salvador y cobrará un nuevo impulso este año, con la anunciada restauración de la capilla de los Vigiles.

El deán, Benito Gallego, era el canónigo fabriquero cuando empezó a fraguarse el Plan de obras. Cuenta que se concibó como "un estudio detenido, un chequeo minucioso del estado del edificio, para no dar palos de ciego" y que se concretó en un contexto en el que concidió el interés de la Iglesia y el Gobierno por preservar las catedrales españolas, un patrimonio "que estaba deteriorándose a pasos agigantados".

Gallego quería que el Plan, que recorría toda la Catedral, empezando por la reparación de las cubiertas del templo, se completase en diez años; ese plazo se amplió a quince y a día de hoy aún quedan obras por ejecutar. Sin contar con la rehabilitación de la capilla de los Vigiles, cuyo comienzo está previsto a finales de este año, quedan por reparar los ventanales góticos del costado sur y el crucero de templo; las cubiertas de la torre truncada, la Sala Capitular, la sacristía de Santa María del Rey Casto y de la capilla de Santa Eulalia; las fachadas de la Sala Capitular; el interior de la torre gótica; el interior de la sacristía de la capilla de Santa Eulalia y la reparación de las pilastras, las verjas y el drenaje del Patio de Cartón o Prau de Pachu, que se ve al pasar por el Tránsito de Santa Bárbara.

A pesar del evidente retraso, en el que ha sido determinante la crisis económica, el arquitecto Jorge Hevia asegura que la Catedral de Oviedo destaca sobre el resto por "un alto grado de cumplimiento del Plan Director". "Es, entre todas las españolas, de las que mejor ha llevado su ejecución: nos lo ha dicho el Secretario de Estado de Cultura en su última visita", comenta el deán. Hevia lo atribuye a varias circunstancias. La colaboración institucional es una de ellas y otra es que el edficio no presenta grandes problemas estructurales. La humedad es su mayor problema.

Benito Gallego y Jorge Hevia conversaban esta semana sobre cómo se gestó y qué ha supuesto para la Catedral su plan director. Lo hacían en uno de los lugares que mejor ejemplifica lo que ha significado para la Catedral. Se trata del claustro gótico, cuya restauración financió el Gobierno del Principado y que ganó el Premio Asturias de Arquitectura. En aquella obra, que empezó en el año 2001, intervino la petróloga de la Universdad Rosa Esbert, que utilizó tecnicas pioneras en la limpieza y el tratamiento de la piedra. Es la más costosa de todas las incluidas en el Plan, con un presupuesto cercano al millón de euros que incluía algunas tras obras en la capilla del Rey Casto. Las obras de las que más orgulloso se siente el deán, sin embargo, son las de la Camara Santa, realizadas en el año 2013 y de las que también se hizo cargo el Principado.

Con las penurias económicas en la Administración pública dejaron de llegar fondos del Ministerio de Cultura, de Fomento a través del uno por ciento cultural y de la Consejería de Cultura del Gobierno asturiano. El Cabildo tomó la iniciativa y mantuvo vivo el Plan, a base de obras más accesibles a sus recursos, que provienen de la venta de entradas al templo. Así se restauró la fachada del claustro que da a la Corrada del Obispo o la limpieza del retablo del altar mayor.

También han contribuido a la conservación del edificio a lo largo de estos años entidades privadas como la Fundación Endesa, que corrió con el proyecto de iluminación, o la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, que costeó la mejora de los accesos a la Cámara Santa a través de la escalera bárroca.

Entre unos y otros se han invertido en la Catedral desde 1996 más de seis millones de euros, casi la totalidad del presupuesto que se había previsto en 1996 para su desarrollo total.

El Plan ha avanzado sin sobresaltos, más lentamente de lo que sus promotores hubieran deseado y su repercusión en el edificio es evidente. También ha generado una comunidad de profesionales de primera categoría, que conoce el monumento como su propia casa.

Al plan director de la Catedral debería sucederleuna vez concluido un programa de mantenimiento y conservación, que evite costosas intervenciones y sustos como el que en su día dio al Cabildo el desprendimiento en la capilla de Santa María del Rey Casto.

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