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Adiós a Serafín, el de El Ovetense

El hostelero siempre estaba dispuesto a ayudar a quienes venían de fuera

Serafín García.

Me sorprende la muerte de Serafín García lejos de Oviedo y preparo unas líneas obituarias dedicadas a la persona con la que compartí muchas décadas en la tertulias y partidas de tute en su bar de la calle San Juan. El bar Oviedo inició su andadura en 1935 con el allerano Manuel Castañón, más tarde recuerdo otro propietario, Enrique, probablemente el que lo rebautizó como El Ovetense. Lo adquirió Serafín en los primeros años 60 dando preferencia a otra opción, la de Casa Manolo en Altamirano, por cierto en el mismo precio que El Ovetense. A Serafín le recuerdo en los tiempos en los que regentó el bar Jardín, en Caveda, próximo al Ambulatorio de la Lila.

Con Serafín se cierra un ciclo generacional de la brillante hostelería ovetense del pasado siglo, iniciada, entre otros, por Bango (Casa Bango), Evaristo del Llano (La Paloma), Pepe el del Sevilla, Casa Noriega, Alfredo (Parador), Enrique (Bar Asturias), Conrado o los hermanos Cantón (La Gruta). Los últimos años han sido una pérdida continuada de hosteleros como Ángel (Casa Manolo), Pepe Velasco (Cantábrico), Valentín (La Gruta), Ubaldo (La Paloma), Ignacio (Gran Taberna), Luis (Ferroviario), "Gildo" (Bar Aller).

Serafín convirtió su establecimiento en puerta de entrada a Oviedo de muchos viajeros del Vasco Asturiano, de las líneas de Collanzo y San Esteban o "EL Carbonero" de Caso. Siempre se mostraba presto a informar, asesorar, incluso acompañar, a quien lo necesitara, a los trámites en los organismos oficiales de la capital, llevando por bandera su sencillez y generosidad. También quiero destacar una singularidad de Serafín y su familia: el alto grado de integración de los hijos que ha permitido el trasvase sin traumas ni vaivenes y la continuidad sin fisuras del negocio después de casi 60 años.

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