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La victoria necesaria

La victoria necesaria

Con independencia de la noche de la marmota que vivimos casi de madrugada en Valladolid, con nefasto arbitraje incluido, y también de lo que suceda el sábado en el Carlos Tartiere, la verdadera victoria que necesita el Real Oviedo es ganarse de nuevo a su sufrida afición, siempre indulgente a poco que se le ofrezca algo decente, aunque sólo sea lucha y defensa a ultranza de los colores. Los jugadores que se pusieron bajo sospecha el año pasado siguen en el club, de titulares, y alguno hasta de capitán, por mucho que eso suponga un riesgo a poco que las cosas vayan mal y que la pelotita, siempre caprichosa, no entre. Es un riesgo que alguien tendrá que asumir, pero que también se evita fácilmente a base de orgullo, valor y garra. Veremos.

El oviedismo, también el de pata negra, sigue con la mosca detrás de la oreja. Nadie le ha explicado las verdaderas razones por las que el club renunció a subir el pasado ejercicio, cuando lo tenía al alcance de la mano a muy pocas jornadas del final del campeonato de Liga. Ni por qué se permitieron estrambotes como el último partido en casa ante Osasuna, cuando todo hacía prever que íbamos directos hacia el desastre. Las victorias y la lucha lo calman todo. Que lleguen cuanto antes.

El Oviedo de Hierro ha demostrado durante la pretemporada que aspira a ser un equipo rocoso, difícil de batir y siempre competitivo. El partido de ayer desvela que hay mucho que mejorar y que los favoritos para el cambio de categoría parecen estar un escalón por encima. Sin embargo, no hay que perder la perspectiva ni dejarse llevar por el tremendismo en la primera jornada de Liga. Ni se sube en diciembre ni se baja en enero, pero tampoco es conveniente confiar en que el gran Michu lo vaya a arreglar todo. Quizá lo que pasó durante gran parte de la pasada campaña fue un sueño irreal y lo suyo sea, tras tantos años en las catacumbas del fútbol español, esperar a que llegue de verdad nuestro momento. Mientras tanto: ¡Hala Oviedo!

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