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En el peor momento

En el peor momento

El Oviedo se ha alejado de los puestos de cabeza de la Liga y lo ha hecho en el momento clave de la temporada, cuando los equipos que aspiran a pegar el salto a la división de oro del fútbol español deben dar un paso adelante y mostrar todo su potencial. Los azules llevan demasiados partidos desubicados, sin chispa y, lo que es peor, sin capacidad de reacción. Todo cambió en Cádiz, después de la victoria ante el Sporting. Desde entonces los oviedistas no han levantado cabeza y han ido perdiendo semana tras semana puestos en la clasificación.

El encuentro contra el Granada, que parecía podía ser el del cambio de ciclo, fue sólo un espejismo. Es cierto que el equipo de Anquela obtuvo la victoria contra uno de los clubes grandes de la categoría, uno de los de, teóricamente, su nivel, pero lo cierto es que lo hizo sin realizar en ningún momento un buen fútbol, sólo gracias a dos chispazos y a un regalo del meta andaluz. En Córdoba la semana pasada volvió a pasar algo ya muy común en los azules fuera del Tartiere esta temporada: no supieron matar y ganar un partido que tenían controlado.

Ayer, nuevamente, el Oviedo desperdició demasiados minutos ante un conjunto, el Alcorcón, que en algunos momentos parecía ser un club con aspiraciones, de los de arriba de la tabla, cuando la verdad es que es un equipo que lucha por mantener la categoría. Tiene razón Anquela cuando dice que en esta división cualquiera te puede poner en aprietos, pero de ahí a que en las últimas jornadas prácticamente todos los rivales muestren más argumentos futbolísticos y físicos que los oviedistas va un mundo. Porque así, con lo visto en los dos últimos meses, va a ser que no, va a ser que el Oviedo va a tener muy difícil luchar por el tan deseado ascenso. O hay un cambio de ciclo ya o los seguidores azules tendrán que seguir esperando a otra mejor ocasión.

Sí, el Oviedo tuvo oportunidades de sobra ayer para llevarse la victoria ante los madrileños, pero siguió cayendo en uno de sus mayores defectos esta temporada: la falta de constancia. Se lanzó a por el triunfo después de demasiados minutos de atonía, de dejarse ir, de no encontrar soluciones a su mal juego. En la primera hora de encuentro sólo hubo algún que otro chispazo. Sólo eso. Muy poco, por decir algo, para un equipo que pugna por estar con los mejores.

El Oviedo juega en ocasiones demasiado contenido. Ayer se despertó cuando entró al terreno de juego Aarón Ñíguez. Comenzó entonces a hilvanar jugadas con sentido, lo que demuestra que puede hacerlo, que cuenta con mimbres para ello. Le falta tocar la tecla adecuada y hacerlo con sentido práctico y con más ganas que los contrarios. Anquela aún tiene tiempo suficiente para reconducir la situación. La labor no es fácil, porque a sus pupilos les falta en estos momentos, lógicamente, confianza. Pero es posible, por supuesto que lo es. Debe convencerles de que luchen por cada balón como si fuera el último, por supuesto, pero también de que tienen calidad e imaginación suficientes para salir del bache actual. Eso sí, a lo mejor también tiene que replantearse sus ideas y cambiar un sistema de juego que quizás esté agotado.

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