Asturias inició el pasado fin de semana la temporada de caza mayor con la escopeta bien cargada. Cazadores y Consejería de Medio Ambiente se encuentran enzarzados por la realización de batidas de caza supuestamente realizadas por la guardería del Principado en un momento en que la población de especies cinegéticas se ha disparado. El Gobierno regional ha negado categóricamente las denuncias de los cazadores, pero en pleno arranque de temporada las acusaciones son cruzadas.

Las sociedades de cazadores de Asturias apuntan hacia una realidad palpable: la población de especies como jabalíes, corzos, venados y rebecos es este año especialmente abundante y, según denuncian, la Consejería de Medio Ambiente está recurriendo a sus guardas para controlar el excedente de piezas. Los cazadores argumentan que, puesto que pagan puntualmente sus licencias, el coto, los daños y permisos necesarios deberían ser ellos los que obtuvieran más permisos para llevar a cabo cacerías.

Los cazadores sostienen que los guardias hacen batidas por su cuenta, algo que, según la guardería, obedece a que en algunas cacerías organizadas no se cobran piezas y existe la obligación de cobrar la pieza de igual forma.

Tal y como puntualiza el Ejecutivo regional, el papel de los guardas del Principado es únicamente el de realizar controles poblacionales en casos determinados, previa autorización individualizada y por motivos de seguridad en el entorno de poblaciones o vías públicas, por motivos de seguridad animal o por protección de alguna especie en peligro de extinción. Aparte de estas funciones, la Guardería de Medio Ambiente sólo supervisa y acompaña a los cazadores, subraya el Gobierno.

La Consejería de Medio Ambiente encara las críticas con el recordatorio de que este año están previstas más de 700 cacerías de jabalí, una de las especies más prolíficas y que mayores daños ocasiona. Según subraya el Principado, estas batidas se realizarán de manera exclusiva por cazadores, porque los técnicos del Principado «no ejercen labor cinegética alguna». Además, con este número de cacerías se podría duplicar, según Medio Ambiente, el número de jabalíes sacrificados, toda vez que el cupo es de seis animales por cacería. El Principado también asegura mostrarse receptivo a un aumento en el número de piezas que se pueden abatir por salida en el caso de que fuera necesario, «siempre que el planteamiento sea técnicamente viable, tenga amparo en la legislación cinegética asturiana y garantice la sostenibilidad poblacional de la especie».

La Asociación de Empresas Cinegéticas del Principado de Asturias, Asocipas, ha puesto el grito en el cielo con los cálculos de la Consejería. José Manuel Rancaño, presidente de la asociación -que engloba a medio centenar de sociedades de caza de toda Asturias- recuerda que la encomienda de abatir los cinco jabalíes que se asignan en cada permiso es una tarea harto difícil, con lo que la medida no surtirá efectos reales.

Respecto a esta asignación, Rancaño indica que los animales tienen un ámbito de movilidad muy amplio y por lo tanto es muy difícil que en cada cacería se cubra el cupo. Para la asociación, «los técnicos de caza de la Consejería no saben, no entienden y están en contra de los cazadores y la caza».

Los guardas rurales del Principado aseguran que con los efectivos actuales es «imposible» aumentar el número de batidas en los cotos asturianos, como reclaman los cazadores. La ley establece que cada cuadrilla debe estar acompañada por al menos un guarda, y en plena temporada hay cacerías casi a diario.

Así las cosas, unos piden y los otros aseguran que no pueden dar más. José Antonio García, vocal de la asociación cinegética Sierra de Pulide-Nalón, lo tiene claro. «Igual que un guarda va a las batidas, puede ir un cazador, es lo lógico». García, que es guarda en su zona, considera que lo normal es que se concedan más permisos, así como que se autoricen los aguardos nocturnos de jabalíes, la especie que más daños causa. «Los jabalíes andan por la noche, no por el día, pero los cazadores no están autorizados para hacerlo. Asturias es la única región en la que está prohibido», lamenta.

José Antonio Martín, vocal de la Sociedad de Cazadores de Mieres, denuncia el hecho de que los guardas se dediquen a matar «cuando somos nosotros los que pagamos». Para Martín, la justificación de que no se dan más permisos para cacerías porque no hay guardas suficientes no se sostiene. «No tienen guardas para cubrir pero sí para ir a cazar, no es normal», asegura este cazador.

Faustino Fernández, de la Sociedad de Cazadores de Quirós, subraya que «ya que tenemos que soportar cada vez más gastos, lo lógico sería que nos dieran más permisos». Este deportista no está de acuerdo con que sean los guardas los que se encarguen de eliminar la sobrepoblación de especies como el jabalí: «si hay un exceso de animales que concedan más cacerías».

Mario Méndez Valledor, de la sociedad de cazadores La Codorniz, del Oriente, hace hincapié en el hecho de que «habiendo los cazadores que hay y siendo expertos como son, mucho más que los guardas de la Consejería, no puedan acudir a las batidas de jabalí». Además, Méndez considera que esta medida generaría dinero para las sociedades y acabaría siendo positiva para todos.

De momento, la temporada de caza mayor está en marcha y sin acuerdo.

2 Luján Palacios

El mapa de los territorios de caza de Asturias es amplio y variado. De acuerdo con la normativa legal vigente, cualquier parte del territorio asturiano, con independencia de la propiedad pública o privada, puede calificarse como zona de aprovechamiento cinegético común o zona de régimen cinegético especial. En los terrenos de aprovechamiento cinegético común, el ejercicio de la caza es libre, sin más requisito que la obtención de la preceptiva licencia y el seguro obligatorio de responsabilidad civil. La licencia de caza la otorga el Principado por un plazo de cinco años. En los terrenos de régimen cinegético especial, además de la licencia de caza es necesario un permiso de caza que varía en función del terreno cinegético de que se trate.

l Refugios de caza

Son terrenos donde el ejercicio de la caza está prohibido permanentemente. Estas zonas se crean para asegurar la conservación de determinadas especies de la fauna silvestre. En la actualidad los refugios de caza ocupan principalmente rías y embalses de interés para la avifauna acuática migradora y algunos espacios naturales protegidos.

l Cercados y vallados

Terrenos expresamente declarados como tales y cercados de forma que se permita la libre circulación de las especies no cinegéticas. En su interior se prohíbe la caza. Actualmente existen tres vallados que suponen una superficie de algo más de 3.500 hectáreas.

l Reservas regionales de caza

Son áreas de gran riqueza cinegética que se crean con la finalidad de proteger especies susceptibles de aprovechamiento cinegético. La gestión de los recursos cinegéticos de las reservas es pública. Para la práctica de la caza en las reservas es necesaria la solicitud de un permiso válido para una sola jornada. La asignación se realiza previa solicitud y por sorteo.

l Cotos regionales de caza

Los cotos regionales de caza son zonas de régimen cinegético especial con una superficie mínima de 3.000 hectáreas. La gestión del coto suele adjudicarse a sociedades de cazadores.