2 Tino Pertierra

Cuerpo a tierra. Las balas silban por encima de la cabeza (buena señal, pasan de largo), las explosiones revientan la tierra, el fuego quema la carne y los gritos de los heridos rajan el humo que amortaja los cadáveres. Es el infierno y por él transitó Robert Leckie, un marine que sobrevivió al horror de algunas de las más sangrientas batallas de la II Guerra Mundial. Edhasa publica en su sello Marlow Mi casco por almohada, las memorias del soldado que inspiraron en parte la excepcional serie de televisión «The Pacific», producida por Steven Spielberg y Tom Hanks para recuperar del olvido aquel conflicto de la misma forma que habían hecho con el desembarco de Normandía en Salvar al soldado Ryan y luego con la campaña europea en Hermanos de sangre. ¿Para qué cadena? Para HBO, claro, la factoría especializada en hacer obras maestras para la pequeña pantalla.

Estamos en enero de 1942. Estados Unidos intenta superar la conmoción del ataque japonés a Pearl Harbor. En esos tiempos convulsos, Robert Leckie se alista en el cuerpo de marines. No podía imaginar lo que le esperaba en el frente. Primero, el entrenamiento en el campamento de Parris Island, en Carolina del Sur. Allí aprendió lo básico para intentar salir con vida de la guerra. Una guerra, además, que alcanzaría cotas de crueldad insuperables en la campaña del Pacífico. Dentro de la I División de marines, Leckie vivió en primera persona las salvajes carnicerías de Guadalcanal, New Britain y Peleliu. Allí se produjeron episodios de brutalidad sin límite, atroces momentos en los que salió a relucir lo peor del ser humano, y también lo mejor. Frente a ellos, agazapados en una amenazadora jungla donde cada paso puede ser el último, un enemigo implacable, sin miedo a la muerte, dispuesto a todo para luchar por su país.

El libro capta a la perfección, como no podía ser de otra forma, la atmósfera de fatalismo festivo que se vivía en los momentos de reposo, cuando la relajación se convertía en una manera de aparcar el miedo y la nostalgia a través de la juerga. Disfruta esta noche, puede que no tengas ocasión de hacerlo mañana. Esa camaradería suaviza la dureza de unas páginas en las que no se escatima detalle a la hora de mostrar las cosas como fueron. No es una novela como las que escribieron, y muy bien, Norman Mailer y James Jones. Es un testimonio directo, en primera persona del singular, sin adornos ni distracciones. Real como la muerte misma. Con reflexiones amargas sobre el sentido de la guerra (¿lo tiene?) y las razones por las que luchar. Un libro escalofriante, de páginas que explotan en las manos.

También en el sello Marlow se puede leer Brothers in arms. Autopista al infierno, que no es la obra que inspiró la serie (Band of brothers), sino la novela de John Antal basada en un estupendo videojuego sobre un episodio real y esencial de la Segunda Guerra Mundial, la «operación Market Garden», protagonizada por la 101 Aerotransportada. El autor es un coronel retirado del Ejército de Estados Unidos, y reconocido ensayista sobre asuntos de historia militar, que fue además asesor del videojuego, sobresaliente por la documentación con la que se reforzaba el realismo de su propuesta, alejada del típico mata-mata.

El sargento Matt Baker, al mando de la 101, lidera una fuerza combinada de británicos, estadounidenses y resistentes holandeses que debe enfrentarse con astucia, inteligencia y bravura al enemigo nazi en todo tipo de escenarios, ya sea a campo abierto como en granjas y aldeas. Antal no es un estilista ni lo pretende. Sabe que tiene que seguir la línea trazada por el videojuego y lo cumple con oficio sobrado: construir un entretenimiento sin caer en la frivolización y ser respetuoso con los hechos y las localizaciones. La novela no hurga en la excesiva crudeza y narra con agilidad y sentido del ritmo, profundizando más en la psicología de los personajes de lo que permite el juego, y ofreciendo una mirada distinta y apasionante a unos episodios de la II Guerra Mundial que no merecen caer en el olvido.