Oviedo, M. S. MARQUÉS

El hombre de neandertal desapareció de la faz de la Tierra hace 30.000 años, coincidiendo con el recrudecimiento del clima en la última glaciación. Las durísimas condiciones climáticas que atravesó la península Ibérica con nieve constante en las montañas y temperaturas bajísimas en los valles quizá tuvieron algo que ver con la extinción de los descendientes del hombre de Sidrón. Por el contrario, el frío extremo hizo de la cornisa Cantábrica un paraíso para especies llegadas del Norte, como los rinocerontes y los mamuts lanudos.

La tesis recientemente presentada por Diego Álvarez Laó, licenciado en Geología en la especialidad de paleontología por la Universidad de Oviedo, realiza un revisión de los macromamíferos indicadores de clima frío en el Pleistoceno de la península Ibérica. Contabiliza un importante número de especies, la mayoría desaparecidas.

Un tribunal presidido por el codirector del yacimiento de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga, otorgó la máxima calificación al trabajo de Álvarez Laó, un estudio pormenorizado de los 76 yacimientos de la península Ibérica en los que se ha constatado la presencia de ejemplares característicos de áreas nórdicas.

Los primeros indicios de la presencia de especies como el reno, el mamut y el rinoceronte lanudo se sitúan hace entre 200.000 y 150.000 años, aunque la mayor parte de los hallazgos corresponde a un período entre 40.000 y 15.000 años, momento en que las glaciaciones alcanzaron su máxima expansión. Álvarez Laó ha podido constatar que la mayor parte de los fósiles de fauna de zonas frías se localiza en el norte de la Península -cornisa Cantábrica y Cataluña-, paisaje que en aquellos años sería similar al que hoy se puede encontrar en Escandinavia y Canadá. El registro de presencia de mamuts lanudo más al sur de Europa es el que se localiza en el yacimiento de Padul (Granada).

En Asturias se han hallado signos abundantes de la presencia del reno, ejemplar que sólo se encuentra en ese momento en el norte peninsular. Su rastro en las neveras arqueológicas de muchas de las cuevas del Principado demuestra que fue uno de los platos preferidos de los neandertales y de los «Homo sapiens».

Además de renos, en Asturias también abundó el mamut. Así se ha podido comprobar en cuevas como la de Cueto la Mina (Llanes), La Lloseta (Ribadesella) y Las Caldas (Oviedo). Restos de rinoceronte lanudo se encontraron en el yacimiento de La Parte (Siero), y en mayor abundancia en Cantabria y el País Vasco.

Con el final de las glaciaciones, hace unos 9.000 años, se produjo la extinción del mamut y el rinoceronte lanudo, especies cuya presencia en la Península supone el límite suroccidental de su distribución en Eurasia. Otros ejemplares, como el reno y el buey almizclero, aún hoy resisten en zonas más septentrionales del planeta, donde se mantienen las condiciones glaciares a las que están adaptados, las mismas que se vivían en Asturias en la época en que los neandertales de Sidrón llegaron a Piloña.