Oviedo, E. G.

El nuevo rector se acordó de Marita Aragón, que fue la persona que le dio la primera responsabilidad de gestión universitaria como director de área. Y hubo otro recuerdo para el fallecido rector Julio Rodríguez, de quien dijo que «no tengo ninguna duda de que la historia lo pondrá en el puesto que se merece. Lo dice quien probablemente fuera el vicerrector que más discutía con él».

Juan Vázquez leyó ayer su discurso más difícil, preparado a conciencia para dar con el tono adecuado. Y acertó. «Sé que somos la suma de instantes sucesivos que el tiempo no destruye, como dijo el poeta José Hierro, y por eso creo ante todo en el valor y la fortaleza de esta institución que ha sobrevivido por combinar tradición e innovación (...) Creo en la Universidad de la docencia que enseña a aprender, de la investigación para transferir y no atesorar, de la Extensión Universitaria que abrió caminos desde nuestro claustro, del servicio público eficiente y del pensamiento con dimensión social».

Vázquez quiso insistir en el «estilo universitario» que predominó a lo largo de la campaña electoral al Rectorado. Lo escuchó Gotor, pero también Antonio Cueto, Santos González y Paz Andrés, quienes no faltaron a la cita. Se despedía el primer rector del siglo XXI y el del curso del cuarto centenario, y daba los atributos al rector del mayor cambio universitario en el último medio siglo. Vázquez -ayer atesoraba razones para hacerlo- recordó sus méritos, quizá porque intuía que Gotor no lo iba a hacer por él. «Creo haber cumplido para devolver a la Universidad de Oviedo a una contemporaneidad en cierto modo perdida y para impulsar un proceso modernizador que nos permite contemplar la Universidad sensiblemente mejor que la de ocho años atrás».

Y más saneada. El propio Areces recordó el reto del saneamiento financiero de la institución que Universidad y Principado debieron abordar con urgencia y bisturí. «Con emoción y con orgullo dejo hoy el Rectorado», y con la misma emoción tomó el relevo Vicente Gotor que, fiel a sus orígenes académicos, mostró su convicción de «actuar como catalizador para sacar a la luz lo mejor de nuestra Universidad». Su victoria del 23 de abril «ha sido» -dijo- «la victoria de un movimiento de cambio real».

El protocolo hizo que Gotor comenzara el acto a la izquierda de Álvarez Areces y lo terminara, ya como rector, a la derecha. La toga azul dio paso a la toga negra y, al final de su intervención, sus argumentos técnicos abrieron una tímida puerta a las emociones. Dio las gracias a Rosa, su mujer, a sus dos hijos «y a mis padres ya fallecidos, que nunca se habrían imaginado este momento». Una referencia que Gotor dejó para el epílogo, por si los sentimientos le jugaban una mala pasada.

Emocionante fue también el capítulo de agradecimientos de Juan Vázquez, quien recordó unas palabras del escritor Josep Vicent Marqués: «Hay que decir adiós cuando un amor se hace incierto o imposible, y a veces cuando se hace sólo diferente. Conviene hacerlo antes de que el amor muera y no pueda ya ser el adiós un acto amoroso». Dio las gracias a su familia y a sus colaboradores en el Rectorado y antes de fundirse en un abrazo con el nuevo rector se lo puso difícil: «Decía Clark Kerr que el presidente de la Universidad en Estados Unidos se espera que sea un amigo de los estudiantes, un colega de los profesores, un regateador astuto con la Administración, un amigo de la industria, un diplomático persuasivo con los donantes, un representante para hablar con la prensa, un entusiasta del fútbol y la ópera al mismo tiempo, un ser humano decente que debe divertirle viajar en avión, comer en público y asistir a ceremonias sociales».

Lo que le espera a Gotor...