Oviedo, P. R.

Pepe Colubi, asturiano, 42 años, publica su primera novela. «California 83» (Espasa) cuenta la conquista de los Estados Unidos por un inquieto adolescente de provincias que decidió estudiar COU en la patria del surf. Brillante y polifacético, Colubi descubrió en California el poder de un mando televisivo. Televisión, música y cine son tres de sus pasiones y sobre todo ello escribe -en la actualidad mantiene colaboraciones en «El Jueves» y «Cinemanía»- y habla en los platós. Colabora en el programa de Jordi González, en el canal catalán 8TV. Vive en Barcelona, ciudad a la que le llevó su trabajo en el desaparecido programa «Channel 4». Ha publicado títulos como «La tele que me parió», «El ritmo de las tribus» y «Diario disperso».

-¿Por qué una novela sobre California?

-La idea de escribirla me la sugirió el periodista y escritor Enrique Bueres hace ocho años, cuando le conté algunas anécdotas que me habían ocurrido. Aun así, tardé dos años más en encontrar el tono y el momento adecuado para ponerme a ello. En 2003 acabé la primera versión; desde entonces he realizado hasta 12 correcciones a fondo, sobre todo para recortar.

-Ha llamado Pepe al protagonista y cuenta una experiencia personal. ¿Es autobiográfica?

-Yo estudié COU en California en 1983 y el protagonista se llama Pepe (aunque yo no lo pasé tan mal como él). Podría decir, como en los telefilms de sobremesa, que está «basada en hechos reales». Hay varios personajes y muchas situaciones que son pura ficción, pero los escenarios y la época histórica son reales.

-¿Ha peleado mucho para publicarla?

-La moví sin prisa y sin pausa; hay escritores que envían el manuscrito a varias editoriales a la vez, pero yo soy tan educado (o panoli) que la enviaba de una en una y esperaba respuesta antes de pasar a otra editorial. Algunas tardaban meses en responder y por eso el proceso ha sido tan largo. En noviembre, Espasa me propuso un libro de no ficción sobre televisión y yo les hablé de la novela que tenía escrita; me pusieron en contacto con la editora de ficción Miryam Galaz, le gustó y aquí estamos. He intentado escribir una historia entretenida, interesante y divertida. Casi nada.

-¿Es un género al que volverá?

-Este mes entrego el otro libro sobre tele que me había propuesto Espasa, pero supongo que no saldrá hasta enero para que la novela respire. Escribiré otra novela, ideas no me faltan. La verdad, ayudaría mucho que cientos de miles de españoles compraran «California 83»; es más, aprovecho esta oportunidad que me brinda LA NUEVA ESPAÑA para decirlo alto y claro: ¡compren mi novela, por el amor de Dios, que peor sería robar!

-¿Qué novelistas lee usted?

-Acabo de leer «El asombroso viaje de Pomponio Flato» y me ha confirmado que Eduardo Mendoza es el mejor escritor que tenemos en España, o, para no herir susceptibilidades, diré que es el que más me gusta; escribe como los ángeles y me hace reír (lo cual parece que está mal visto en literatura, sólo Dios sabe por qué). De los autores asturianos me quedo con Manuel García Rubio, autor de una obra extensa, coherente y muy interesante. Y de fuera estoy en un momento muy Irvin Welsh, todo lo suyo me deja boquiabierto y taquicárdico.

-¿Qué descubrió en California?

-Si a los 17 años vives un año en California te haces fan del lugar, a no ser que te comportes como un antisocial amargado. El primer y más evidente shock que me tocó vivir fue el televisivo; me encontré 35 canales de tele cuando en la Asturias de 1983 sólo existían TVE y La 2, y ni siquiera emitían todo el día. Y no sólo eso, me enfrentaba a otro sistema educativo (un instituto con taquillas, animadoras y jugadores de fútbol americano), nuevas costumbres horarias (cenar a las seis y media de la tarde), una asombrosa variedad de cultos religiosos, una oferta de macroconciertos de rock que no había ni soñado y todo el escenario habitual (coches, calles, casas, el Golden Gate) que llevaba años viendo en las películas. Me sentía como Paco Martínez Soria en la gran ciudad por primera vez.

-¿Qué le enseñó Estados Unidos sobre la televisión?

-Fue una de mis grandes compañías en aquel año; a mí ya me gustaba mucho como espectador (entonces no podía ni imaginar que algún día trabajaría en ella), pero de repente tenía acceso a todas las series que en España veíamos con cuentagotas. Recuerdo con especial cariño la sitcom «Apartamento para tres» porque cada día veía un par de capítulos de reposición mientras cenaba. Pero mi mayor consumo catódico se lo llevaba MTV (24 horas al día de videoclips de rock). También había otras ofertas que ahora tenemos muy asimiladas, pero que eran toda una novedad para un español de 1983, como la teletienda o los canales religiosos.

-¿Cómo es la televisión que se hace en España?

-En general, francamente mejorable. Tenemos buenos programas informativos y humorísticos, pero en mi opinión hace falta un revulsivo en la ficción. Insisto en que deberíamos mirar más a Estados Unidos, ¡ellos inventaron la tele, algo sabrán!

-¿Vivir en los Estados Unidos cambió su imagen sobre el país?

-No me decepcionó, pero vivir allí me ayudó a comprender la naturaleza casi bipolar de un país enorme, capaz de generar al mismo tiempo la generación beat y la Moral Majority, «Los Soprano» y Walt Disney, Jimi Hendrix y Michael Bolton, los Hermanos Marx y Chevy Chase, Jon Stewart y George Bush? Es muy injusto juzgar a Estados Unidos por la indecencia de sus políticos, el fundamentalismo de sus cristianos o la insalubridad de su fast food; sería como describir España a partir de Jesulín de Ubrique, Fernando Esteso, Ana Rosa Quintana y la romería del Rocío. No me parecieron ni especialmente puritanos ni abiertamente libertinos, pero sí había una posición distinta (más relajada) hacia las relaciones sexuales. De alguna manera tenía que notarse la ausencia de la losa católica.

-Allí vio a algunos de sus grupos musicales favoritos. ¿Cómo lo recuerda?

-Justo una semana después de llegar asistí a un concierto en Oakland en el que tocaban «Madness», «Thompson Twins» y «Police». Y una semana después vi en el mismo estadio de béisbol a «The Tubes» y David Bowie. Más tarde asistí a conciertos de reggae («Third World», «Steel Pulse») o rock («The Clash»). Como era menor de edad no pude introducirme en la cultura de clubs de San Francisco; no difiere mucho de la oferta actual de cualquier gran ciudad europea, pero para un adolescente asturiano de 1983 aquello era el paraíso.

«El primer shock que me tocó vivir fue el televisivo; me encontré 35 canales de tele cuando aquí sólo existían TVE y La 2»

«Eduardo Mendoza es el mejor escritor que tenemos en España; de los asturianos me quedo con Manuel García Rubio»