Oviedo, María LASTRA

Zeljko Savic abandona hoy Oviedo camino de su tierra croata. Junto a él su mujer Dubravka. Hace justamente quince días que este marino se sometió en el Hospital Central a la última de las operaciones quirúrgicas, una docena en total, todas ellas realizadas en Asturias. Y se marcha con un recuerdo imborrable, con apego, cariño y agradecimiento. Savic pasa página después de vivir una apasionante lucha contra la enfermedad. Ahora es un hombre recuperado: «Me siento como un bebé que aprende a caminar. Soy joven para empezar otra vida».

El marino, de 51 años, había regresado a Asturias el pasado mes para poner el punto y final a su recuperación. Tenía previstas dos operaciones, pero la aparición de una fístula le obligó a una tercera. El capitán ha decidido volver a ponerse en las manos que hace unos meses le salvaron la vida. «Nadie mejor que el doctor Pinto y la doctora Escudero, ellos son los que conocen el caso y en los que confío. Son los mejores del mundo».

Pero él ha puesto mucho de su parte. Zeljko no se imaginaba aquel 2 de marzo de 2008 lo que el destino le tenía preparado. Era capitán del buque mercante «Trans Fjord», que cubría el trayecto desde Rotterdam a Cerdeña. En aguas del golfo de Vizcaya se sintió mal: una pancreatitis aguda. Un helicóptero lo traslado al Hospital Central. Se pasó nueve meses en la uci y sufrió nueve operaciones a vida o muerte. Su esposa Dubravka viajó desde Rijeka, donde el matrimonio vive, para no separarse ni un minuto de su lado. Ella se convirtió en parte del paisaje sentimental de la unidad de cuidados intensivos.

No es de extrañar que a la pareja croata le una un vínculo especial con el equipo de la uci del hospital. Abrazos, sonrisas y cámaras fotográficas para inmortalizar recuerdos los despidieron esta semana, después de terminada la última prueba médica. Todo el personal sanitario habla maravillas de ellos. Savic se lleva del Hospital Central de Asturias una nueva vida, pero también grandes amigos.

«En los siete meses que llevo en mi país no hay ni un solo día que no recuerde a las enfermeras y los doctores», dice. Dubravka añade que «son gente de un grandísimo corazón». En el hospital dicen de él que es el paciente perfecto, siempre con la sonrisa en la cara. «Soy un gran optimista», afirma Savic. Dubbi, como conocen en el hospital a su mujer, vivió pegada a su marido meses y meses, y se hizo con el corazón de los que trabajaban cerca. «Fue un caso especial para todos», declara la doctora Escudero.

Zeljko estuvo al menos tres veces a punto de morirse. Afirma sentirse con ganas de volver a navegar, pero ahora ha descubierto las cosas importantes de la vida. «Puedo dedicarles a mi mujer y mis hijos el tiempo que antes no les daba. Descubrí la importancia del amor o la salud». La pareja vuelve hoy a Croacia, pero como dice Savic él ya se siente asturiano: «Toda mi sangre me la han dado aquí, soy un paisano más». La próxima visita a Asturias, como turistas.