Gijón, C. JIMÉNEZ

El cambio climático es el mayor problema ambiental al que se enfrenta el planeta Tierra. El naturalista británico David Attenborough urgió ayer desde Gijón a un pacto mundial para reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera. «Todas las naciones del mundo han de aceptarlo». El galardonado con el premio «Príncipe de Asturias» de Ciencias Sociales realizó esta afirmación en un coloquio celebrado en el Centro de Arte y Creación Industrial de la Laboral, moderado por el naturalista Joaquín Araújo.

Attenborough instó a los presentes a evitar un desperdicio de los recursos naturales. «Todo lo que tomamos de la tierra tiene un coste. Apagar una luz no va a salvar el mundo, pero puede limitar la afectación que realizamos sobre el medio ambiente», aseguró. En respuesta a varias preguntas del público sobre el cambio climático, el naturalista y divulgador científico señaló que aunque el mundo no puede salvarse en un solo día se han logrado algunos avances: «En mi país ningún político se considera creíble si no incorpora en su programa una serie de propuestas sobre medio ambiente». Y en esa misma línea animó a trabajar a todas las naciones del mundo.

«Tenemos el triple de población mundial que cuando empecé a hacer televisión hace cincuenta años, ello ha llevado a plantear enormes exigencias al medio ambiente», subrayó. Su propuesta para garantizar la supervivencia del planeta pasa por hacer comprender a la población mundial, sobre todo a la de las zonas urbanas, la realidad del medio natural. En este cometido, considera que la televisión se presenta como una herramienta extraordinaria para avanzar en la divulgación de la belleza de la naturaleza.

El científico británico, que fue director de programación de la BBC entre 1960 y 1970, y conocido por sus documentales divulgativos, habló también de algunos momentos cruciales de su carrera. Uno de ellos, cuando su equipo logró filmar en las montañas de Nueva Guinea la danza de un ave muy singular hasta entonces desconocida y nunca vista en todo el planeta. «Fue tal la belleza y el asombro que vivimos que lo recuerdo como uno de los momentos más memorables de mi vida», confesó al auditorio.

En el repaso a su trayectoria profesional, el naturalista británico entiende que no ha supuesto un problema en su carrera su exposición ante animales salvajes. «Es muy importante que no te coloques entre el animal y la cámara, las estrellas siempre son los animales», aseguró sobre su labor divulgativa en la BBC. Incluso, señaló, que trabajando con sumo cuidado, uno puede aproximarse a un león, lamentarse ante un guepardo devorando una cría de gacela o narrar sobre una pequeña balsa la vida de los cocodrilos, «el único gran reptil depredador que sobrevivió a los dinosaurios», explicó. «Nosotros sólo somos observadores privilegiados del medio natural», aseguró el célebre divulgador científico. Attenborough se congratula de que ahora el público se interese por conocer de forma seria cómo funciona la naturaleza.

Durante su visita a Gijón tuvo oportunidad de volver a disfrutar unas imágenes inéditas del desmán de los Pirineos filmadas por su propio equipo hace años en el parque natural de Somiedo para un documental sobre la vida de los mamíferos. «Se trata de una criatura tremendamente interesante, porque es el primer animal con pelo de sangre caliente que se desarrolló hace 150 millones de años», explicó. Attenborough fue obsequiado con una proyección sobre los espacios naturales más emblemáticos de la región y, él, agradecido, se presentó como un humilde revelador de los secretos de la naturaleza.

En una visita previa al Jardín Botánico tuvo tiempo de plantar un limonero, que lleva su nombre, y también de firmar autógrafos para uno de sus seguidores más fieles, el gijonés Miguel Ortiz, atleta de profesión, que acudió con uno de los documentales «Planeta tierra». El galardonado estampó su firma en tres ejemplares de su libro «Un dragón en el zoo» (el primero de Attenborough traducido al español y publicado en 1963), que quedarán en depósito en la Biblioteca Pública de Asturias, y un cuarto volumen para el presidente del Principado, que le obsequió con un libro sobre Asturias. Después posó bajo un pomar y se interesó por el hórreo de la Quintana de Rionda tras un paseo por la factoría vegetal. Araújo le despidió con una felicitación por su importante labor divulgativa: «En nombre de la naturaleza, gracias por hacernos comprender que la vida es el más bello espectáculo del universo».