Gijón, Ángel CABRANES

«Si Gijón tiene ganas de divertirse en la discoteca, el sitio indicado es éste». Beatriz Ros localiza el teatro Jovellanos como centro neurálgico para vivir una auténtica «Fiebre del sábado noche». La actriz madrileña se convirtió ayer en Stephanie, la mujer que vuelve loco a Tony Manero durante el musical inspirado en la popular película de los 70. Un espectáculo que podrá contemplarse en el coliseo gijonés hasta el próximo lunes, y en el que «levantaremos al público de las butacas para bailar con nosotros».

Mientras los camerinos del Jovellanos se convertían en un hervidero de gente y los técnicos de luces y sonido hacían sus últimas pruebas, Isabel Malavia, Annette, en el musical «Fiebre del sábado noche», tenía tiempo para hacer una reflexión sobre el espectáculo: «Reúne tres características que le diferencian: Una coreografía espectacular; una interpretación majestuosa y unos temas "enganchativos"». Ella era la única de los 30 actores participantes que ya lucía su vestuario minutos antes del estreno en Gijón.

Juan Pablo di Pace salía a su encuentro con el paso hegemónico del mítico Tony Manero, su papel en la obra. «¡Ya estás cambiada!, es incríble», se asombraba el argentino antes de reconocer con una sonrisa que «en el elenco tenemos muy buen rollo. Es necesario, porque ésta es una fución que implica ciertos peligros», añadía ante las miradas de sorpresa de su entorno. Di Pace explicaba sus palabras con la misma velocidad que imprime a sus bailes sobre las tablas. «Disponemos de muy poco tiempo durante el espectáculo para relevarnos en escena. Nos cruzamos a toda prisa. Además, las coreografías son muy complejas y siempre hay que estar atento para no pisar a nadie», añadió con dosis de humor.

Las casi dos horas y media en las que Tony Manero estará sobre el escenario suponen todo un estímulo para el protagonista. «Se aguanta como un reto diario. Es como una especie de viaje. Prefiero vivirlo así», destaca Di Pace.

Beatriz Ros escuchaba atenta sus palabaras con la misma complicidad que experimentan sus personajes en la obra. No dudó en extender uno de sus brazos tras la espalda del argentino, como velada señal de apoyo. Lo hacía antes de iniciar el calentamiento físico y vocal, que se prolongó durante una hora antes de que subiera el telón.

«Con la música de los Bee Gees te impregnas de ganas de disfrutar. Da juego para la interpretación, ¡no para de sonar un éxito tras otro! Creo que al final logramos transmitir la alegría con la que expresamos nuestro papel a la gente que nos está viendo», subrayaba Ros mirando con ilusión hacia las butacas del Jovellanos. Un espacio sobre el que por entonces imperaba la oscuridad y en la que trabajaban sigilosamente los más de 30 operarios de la productora del musical.

Los tres artistas principales de «Fibre del sábado noche» ya saben lo que es deleitar a más de 58.000 personas en Madrid y han compartido tablas en más de 15 ciudades de toda España. Llegado el momento de volver a repasar sus papeles, Di Pace no dudaba en resaltar que «cuenta la historia que vive todo adolescente de cualquier época. Tony Manero encuentra en la danza esa actividad que le libera en la noche de la vida diaria».

Una explosión que queda patente en la magnitud y logística que implica el que es considerado como uno de los mejores musicales que se han visto en España. «La historia es muy fuerte y a la vez bonita. Aunque empiece con un fondo bastante dramático tiene un fin agradable», sostenía Beatriz Ros antes de perderse en el laberinto en el que se han convertido los camerinos del teatro Jovellanos. La única puerta de entrada es la que lleva a vivir la «Fiebre del sábado noche».