Biólogo de la Universidad de Oviedo

Oviedo, P. Á.

Alejandro Piñeiro, biólogo en fase predoctoral, es miembro del grupo de Carlos López Otín y uno de los principales responsables de la investigación publicada ayer en la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences».

-¿Cuál es la conclusión fundamental de la investigación?

-Que el restablecimiento de los niveles de la hormona IGF1 en ratones con envejecimiento acelerado revierte significativamente los síntomas de envejecimiento, hasta aumentar la esperanza de vida en un 25 por ciento. Además, reduce la alopecia, la pérdida de grasa subcutánea y la pérdida de peso.

-¿En qué medida resulta novedosa?

-Es muy novedosa porque algunos trabajos previos en gusanos y moscas habían asociado los bajos niveles de IGF1 con un aumento de la longevidad. Sin embargo, en este trabajo describimos que, en el caso de estos ratones progeroides, el descenso en los niveles de IGF1 forma parte de una respuesta exagerada al daño crónico que sufren. Por lo tanto, la restauración de los niveles normales de esta hormona conlleva a una mejoría de los síntomas de envejecimiento y un aumento de su esperanza de vida.

-En el campo concreto de la investigación de la progeria, ¿supone una contribución de envergadura?

-La principal contribución es que establece las bases para un nuevo tratamiento de pacientes con síndrome de Hutchinson-Gilford, una de las progerias más devastadoras. Este trabajo se complementa con un estudio muy interesante que publicamos en 2008 en la revista «Nature Medicine» y que supuso un gran hito en la investigación de las progerias, lo cual se vio inmediatamente reflejado en la creación de un ensayo clínico mundial bajo la coordinación del Dr. Nicolas Lévy en Francia.

-¿Qué paso han dado ahora?

-Este nuevo trabajo abre la posibilidad de combinar el tratamiento con la hormona IGF1 con el tratamiento que se encuentra en marcha, que está generando buenos resultados. Una vez publicado este trabajo comenzaremos a discutir su posible aplicación terapéutica, aunque por nuestra parte ya hemos empezado a aplicar el tratamiento combinado en ratones para evaluar su efectividad y viabilidad.

-¿Supuso alguna dificultad especial la manipulación de los ratones?

-El tratamiento con IGF1 exigió la instalación de una especie de cápsulas en la parte dorsal del ratón que permitían la liberación progresiva y controlada de esta hormona. Cada mes había que operar a los ratones para rellenar la cápsula con esta hormona. Fue imprescindible la ayuda prestada por el profesor Antonio Fueyo, coautor del trabajo y catedrático de Fisiología de la Universidad de Oviedo.

-¿Qué implicaciones clínicas podría tener este hallazgo?

-Como ya comenté, nuestra principal aspiración es que los pacientes con Hutchinson-Gilford puedan verse beneficiados de un nuevo tratamiento que quizá pueda sumarse al que ya está en marcha y mejorar su efectividad.

-Los resultados obtenidos, ¿abren expectativas para los actuales enfermos de progeria o sólo para los del futuro?

-En Ciencia siempre se debe ser muy cauto con las conclusiones y predicciones. Pero la verdad es que en menos de dos años desde la publicación de nuestro trabajo de «Nature Medicine» ya se ha creado un ensayo clínico mundial del que se puede beneficiar cualquier paciente. En principio, el panorama parece prometedor.