Oviedo, Javier NEIRA

El debate se celebró en la tarde de ayer en Oviedo, en el auditorio Príncipe Felipe.

JOSÉ LUIS PRADO. En la conferencia previa a la función se comentó que «El trovador» requiere contar con los cuatro mejor cantantes del mundo, cada uno en su voz. Y es que los cuatro papeles tienen momentos de una dificultad extrema. Pues bien, en lo que vimos el viernes los cuatro han estado bien. Los cuatro son buenos cantantes. Si se quiere distinguir algo, la mezzo, excepcional, y el tenor, no tanto.

JAIME ÁLVAREZ-BUYLLA. De todos modos, si el barítono tuviese más el color propio de su voz o que se considera como el especialmente apropiado para su voz, habría sido mejor. El tenor las da todas. Y creo que no cabe decir si es la suya la voz del tenor que necesita «El trovador» o si no es, porque no están las cosas para esos debates. Lo importante es que sea ancho y brillante en el centro y que se vaya arriba con facilidad, como hemos visto efectivamente.

JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ. Me gustó mucho la interpretación de la soprano. Es un papel en el que hay pasajes líricos y dramáticos y en los que estuvo bien, circunstancia que no siempre se logra, porque es verdaderamente difícil atender las dos vertientes del papel.

BEGOÑA GARCÍA-TAMARGO. Bueno, creo que antes de nada se debe considerar que Verdi es transición, es un compositor de transición, que se puede situar entre el belcanto de Rossini, Bellini o Donizetti y el verismo posterior. La trilogía a la que pertenece «El trovador» tiene mucho aún del belcanto y también apunta al empuje dramático del verismo. La soprano que hemos oído, Hui He, lo tiene todo. Tiene línea belcantista muy buena, de primerísima calidad, tiene un buen agudo y tiene una tesitura muy igual. La mezzo Elisabetta Fiorillo, por su parte, es sin duda una gran intérprete, pero me ha emocionado menos. Posee un gran poderío, pero en el cambio del registro se le estrecha algo la voz. El tenor, bien, un buen belcantista. Ellas le superaron en dramatismo. En cuanto al barítono, me hubiese gustado más con una voz más oscura.

JAIME ÁLVAREZ-BUYLLA. Vivimos en la época que vivimos y no cabe pedir cosas, en relación a los cantantes, me refiero a que sencillamente no existen. No tiene sentido empezar a recordar a determinados monstruos y lo que hicieron, porque ahora no hay esos cantantes.

JOSÉ LUIS PRADO. Menos mal que eran buenos cantantes, porque si llegan a ser regulares y cantan mal, con esa escena que ofrecieron el resultado habría sido terrible.

JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ. Pues, a mi juicio, la escena fue un acierto, aunque sí, es verdad, si llegan a fallar las voces el resultado final habría sido un horror. La escena tenía su riesgo, decidieron ir en esa línea y, a pesar del riesgo, salió bien.

JOSÉ LUIS PRADO. El coro estuvo excepcional, con delicadeza y sonoridad.

BEGOÑA GARCÍA-TAMARGO. Stefano Palatchi, en el papel de Ferrando, cumplió muy bien como bajo con envergadura. Y también estuvieron bien Nogales, en el papel de Inés, y Deprius, como Ruiz y como mensajero. Todos ellos dieron una brillantez a sus papeles que no suelen tener.

JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ. La apuesta escénica era arriesgada y salió bien.

JOSÉ LUIS PRADO. En mi opinión, no ha sido así. Tengo una visión mucho más crítica. La apuesta no fue arriesgada, fue innecesaria. Aquí desde San Mateo han estado dos señores encargados de la escena. Una estancia carísima para ese resultado. Dicen que el Orlandi comentó no sé qué sobre los colores de los tapices y su sentido, que no vi por ningún lado. Se ha hablado de la belleza de los telones, pero alguno simplemente era un trapo de color ladrillo sin ningún sentido ni belleza.

JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ. Lo que se hizo, al menos para mí, es evidente: fue prescindir de las anécdotas del libreto, de lo anecdótico de los sucesos de la historia que se cuenta, para centrarse en las voces.

JOSÉ LUIS PRADO. Pues para eso se ofrece la ópera en versión concierto y asunto concluido. Por ejemplo, la escena final de la muerte parecía realmente pensada para un ensayo de Duato, blanco neutro sin nada. No tiene nada que ver con el libreto, ya que esa escena discurre en una cárcel del siglo XIV.

JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ. De acuerdo, pero como la anécdota o la historia que se cuenta es muy poco creíble, mejor prescindir de esa perspectiva y centrarse en las voces, que es lo que se ha hecho.

JOSÉ LUIS PRADO. La ópera es teatro cantado. Hemos visto aquí muchas cosas que nos han gustado más o menos. Lo que ahora se ofrece puede considerarse arriesgado si quieres, pero la verdad es que era sólo un telón y luces. El blanco inmaculado de Leonora tenía sentido, pero nada más se pudo ver con coherencia.

BEGOÑA GARCÍA-TAMARGO. ¿Versión concierto y con luces?

JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ. No era sólo la escena. También había una gran contención de movimientos, enlazando con la idea del diseño minimalista.

JOSÉ LUIS PRADO. No lo veo así, me parece que no es ése el enfoque adecuado. Parte de que la España negra es negra, así de elemental. Pero, claro, los gitanos son coloristas, como todo el mundo sabe. No debe ser el negro el predominante en la escena. Pero es así. Como mucho destaca el azul metálico en la soldadesca. Alguien que no hubiese visto antes, alguna vez, «El trovador» mal lo tendría para entenderlo sólo a partir de esa escena.

BEGOÑA GARCÍA-TAMARGO. Es un planteamiento conceptual lo que se ha hecho en el Campoamor. Es un desarrollo de amores y venganzas. Tiene o puede tener un destacado carácter intemporal. Creo que se logró todo eso sin perder la característica central de teatro épico.

JOSÉ LUIS PRADO. Vamos a ver. Por ejemplo, en el tercer acto el telón es apenas nada, un conjunto de manchas abstractas y grises que no sé qué sentimientos pretende subrayar o transmitir. El blanco que se ofreció en otros momentos apunta a la pureza; el negro, al miedo; el rojo, a la pasión; pero ese gris, ¿qué era? Creo que la escena fue un desacierto. Aplaudo las vanguardias, pero no todo es aceptable bajo ese epígrafe.

BEGOÑA GARCÍA-TAMARGO. Obviaron lo anecdótico, creo que ése era el planteamiento. Todo estaba concentrado en un esquema de pasiones y por eso aplaudimos como aplaudimos a los cantantes, en los que centramos toda nuestra atención. Los cuatro estuvieron bien en una ópera tan difícil, algo verdaderamente sin precedentes. En cuanto al coro, tuvo un empaste de calidad y buena afinación. El coro interno, bien asimismo en su lejanía. Y también el de las monjas y el de los guerreros. Un gran éxito.

JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ. Me pareció especialmente brillante el coro de los zíngaros, fue de lo mejor.

BEGOÑA GARCÍA-TAMARGO. La orquesta «Oviedo Filarmonía» me sorprendió gratamente. Estuvo a la altura de la necesidad de volumen de las óperas de Verdi. El director logró el balance de volúmenes entre la orquesta y los cantantes. Estuvo excelente.

JAIME ÁLVAREZ-BUYLLA. Me parece que, de todos modos, los tiempos los marcó algo lentos. Y eso a veces en determinadas tesituras extremas es complicado.

BEGOÑA GARCÍA-TAMARGO. Permitió que se enlazasen las frases sin pisarse nunca unas a otras.

JAIME ÁLVAREZ-BUYLLA. Ya, pero al llevar un tempo lento los cantantes en algunos pasajes especialmente difíciles se pueden ahogar.

BEGOÑA GARCÍA-TAMARGO. De todos modos, eso no ocurrió nunca en toda la representación.

JAIME ÁLVAREZ-BUYLLA. Porque son buenos cantantes, los cuatro de los papeles principales son buenos cantantes.

JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ. Me chocó un poco la respuesta del público, tan favorable e igual que la que dio a «La coronación de Popea». Monteverdi y Verdi tienen muy poco que ver y, sin embargo, el público asimila cosas muy distintas, disfruta con todas. Y es que el público asturiano es muy receptivo.

JOSÉ LUIS PRADO. Se nota que no viste cuánta gente se fue al acabar el primer acto de «La coronación de Popea». En todo caso, creo que hay demasiada benevolencia con la dirección de escena. Valoro a Patricia Urquiola, pero no logró transmitir cuestiones de fondo con la escena que nos ofreció. Aquel fanal que después era un trono, según decían... Hay mucha benevolencia.

JAIME ÁLVAREZ-BUYLLA. Patricia hizo los decorados. Pero no se encargó de los trajes y menos de la dirección de escena.

JOSÉ LUIS PRADO. El público de Oviedo es verdiano y, claro, la ópera que vimos, «El trovador», gustó. La única condición era que los cantantes no fallasen. Sobre todo en la «pira» y en la maldición de Azucena.

BEGOÑA GARCÍA-TAMARGO. Fue sobresaliente todo. La mezzo me impresionó, aunque se le notan problemas en el cambio de registro.

JAIME ÁLVAREZ-BUYLLA. Junto a la Zajick, es la mejor del mundo para este papel. A la Zajick la oí en un concierto en Pontevedra y es tremenda.

JOSÉ MARÍA FERNÁNDEZ. Los dos papeles femeninos son los más importantes y los que más destacaron.

BEGOÑA GARCÍA-TAMARGO. Los cuatro son importantes, junto con Ferrando.

JAIME ÁLVAREZ-BUYLLA. El tenor las da todas y con buen acento. Si fuese un súper clase, que ya no hay, que se han muerto todos, impresionaría aun más, pero en cualquier caso es estupendo. Siempre hay gente a la que no le vale nada. Por ejemplo, a Cura, en Madrid, lo llamaron sinvergüenza. Todo se preparó seis meses antes en Viena, donde unos talibanes empezaron a organizarle un pateo. Fue el 26 de diciembre de 2000, lo recuerdo a la perfección. Cura les contestó que no cantaba para gente que olía mal. Lo echaron.

BEGOÑA GARCÍA-TAMARGO. El tenor que hemos oído en el Campoamor tiene un timbre sólido y resistente. Es muy bueno.

JAIME ÁLVAREZ-BUYLLA. Aunque con peor voz que Cura, cantó mejor.

«El tenor que hemos oído en el Campoamor tiene un timbre sólido y resistente; es muy bueno»

<Begoña García-Tamargo >

Soprano y profesora de canto

«Creo que la escena fue un desacierto; aplaudo las vanguardias, pero no todo es aceptable bajo ese epígrafe»

<José Luis Prado >

Profesor de la Universidad de Oviedo

«A mi juicio, la escena fue un acierto, aunque sí, es verdad, si llegan a fallar las voces el resultado final habría sido un horror»

<José María Fernández >

Abogado

«La mezzo Fiorillo, junto a la Zajick, es la mejor del mundo para el papel de Azucena»

<Jaime Álvarez-Buylla >

Médico