Gijón, Ángel CABRANES

Luces, cámaras y acción. Nada faltó en la gala de inauguración del Festival Internacional de Cine de Gijón, que arrancó ayer en un teatro de la Laboral abarrotado para escuchar el inicio musical de Vinila von Bismarck y «The Lucky Dados»; reír con el humor mordaz del presentador Pepe Colubi y recibir con una atronadora ovación a la auténtica protagonista: Charo López. La actriz salmantina recogió el premio «Nacho Martínez» en reconocimiento a su trayectoria y el cual quiso dedicar al desaparecido actor asturiano que da nombre al galardón: «Trabajamos juntos en tres películas y mantuvimos una especial relación. Compartíamos una cualidad, nos gustaba mucho divertirnos».

Subió el telón de la Laboral de manera desenfada, al ritmo del rock and roll de Vinila von Bismarck y «The Lucky Dados». La canción «Oh Baby» abrió el repertorio de tres canciones que pusieron en ambiente al público antes de que el periodista Pepe Colubi tomara las riendas del acto. Traje negro de gala aunque carácter informal del asturiano, que intercambió continuas bromas con el público, entrelazando lo cinematográfico con referencias hasta deportivas: «Como decía Francois Truffaut, Preciado tiene razón y Mourinho ye un faltosu».

Más metido en su papel de maestro de ceremonias presentó a tres de los autores invitados al certamen: Johannes Nyhom, Reynold Reynolds y Kim Longinotto y también a tres miembros del jurado: Rui Pereira, Ana Torrent y Pablo Stoll. Sus breves intervenciones dieron paso a la estrella noche, la encargada de recibir el «Nacho Martínez». Fue la periodista Conchita Casanovas la que se ocupó de anunciar su nombre, sin dejar de recordar al público que se trataba de «una actriz que simboliza la dignidad del mejor cine hecho en este país. Charo López entró en escena con la maestría de sus 67 años, ante un público entregado.

«La próxima vez os quiero ver a todos en el Jovellanos», afirmó la salmantina un tanto emocionada tras recoger la estatuilla. Y es que la artista reconocía, momentos antes de la ceremonia, que «tengo hambre de cine, pero de lo que más tengo ganas es de hacer teatro». También habló sobre la especial relación que le unía a Nacho Martínez, junto al que trabajó en tres películas y del que guarda un gran recuerdo porque «éramos íntimos amigos. De él me encantaba su juventud, sus ganas de vivir y su gran sentido del humor. Sabía dónde terminaban las bromas y dónde empezaba el trabajo». Los vínculos asturianos de Charo López se extienden, como ella misma confesó, «sólo a lo profesional, desgraciadamente», pero confió en volver al Festival de Cine de Gijón para «recoger un premio por una película que acabe de estrenar. Si no, me lo doy yo». No se quiere jubilar, aunque «por primera vez en mi vida puedo dedicarme a mi casa, mi familia y a leer sin mirar el reloj. Una actriz tiene tanta carrera como vida».

Quizá por eso se mostró muy crítica con el panorama cinematográfico actual: «El mundo del cine es de un machismo brutal. A partir de los 40 años, como una tía deja de estar buena, pasan a las de 80. Ahora mismo para ser actriz no hace falta nada. Si eres jovencísima y guapísima te van a recibir, pero eso no significa que luego vayas a ser una buena profesional». Su pesimismo se acrecentó a la hora de valorar el futuro del cine español. «Simplemente, no lo veo», afirmó antes de añadir, «las cosas están muy mal, no hay dinero, y las televisiones tampoco están muy por la labor».

«He hecho mal muchas cosas; he dicho que no a muchas películas. Tenía que haber hecho "Matador" cuando me lo propuso Pedro Almodóvar. Era joven, pensé que iba a convertirme en una folclórica. Él la había escrito para mí y creo que se llevó un gran disgusto, porque luego sólo me llamó para hacer «Kika», pero fue algo muy pequeñito, un entra y sale», recordó apesadumbra la artista. La sonrisa regresó a su rostro para subrayar que «a pesar de que he cometido muchos errores, también he tenido mis aciertos».

Entre algunos de ellos, su estreno en el cine, en 1967, junto al director de cine asturiano Gonzalo Suárez, en «Ditirambo». «Por entonces era profesora, y empecé en este mundo casi por azar. Le conocí en un festival del jazz y nos propuso, a mi marido y a mí, ir a tomar una copa en su casa. Me comentó que estaba escribiendo una historia de una mujer que se asemejaba a mí. Cuando me iba para casa le comenté a mi marido: "Éste me llama mañana para darme el papel y encima no debe tenerlo ni escrito". Él me contestó: "Si tú no eres actriz", y le respondí: "Ni él director"».

Fue el comienzo de una carrera profesional que le ha traído premios como el «Goya» a la mejor interpretación femenina de reparto con «Secretos del corazón» (1997), dirigida por Montxo Armendáriz, a quien envió un guiño muy cariñoso. «Supo sacar los atributos de una mujer mayor, que saliera a escena sin una gota de maquillaje; hiciera el amor; viviera de una forma natural. Montxo sí ha sabido entender la verdadera igualdad entre el hombre y la mujer en el cine». En sus proyectos para el futuro se encuentra un filme que rodará en ciudad de Tucumán y dos obras teatrales, ya que «otros dos proyectos de cine que me habían ofrecido no han llegado a rodarse». Franca y directa, Charo López demostró la personalidad con la que brilla en pantalla.