A la primera jornada del Festival de Cine una siempre acude con ansiedad. Y no es la única. Ésa era la sensación que pululaba en un teatro de la Ciudad de la Cultura abarrotado de un público entregado e infinidad de personalidades que asistían a la gala inaugural de esta edición festivalera. Los saludos, abrazos y besuqueos son ahora sello indiscutible de la primer toma de contacto del asunto cinéfilo, que antaño era destino habitual de colectivos sociales en lucha que mostraban su rechazo a alguna decisión política pancarta en alto.

El cambio de escenario, de las tablas del Jovellanos a las de la Laboral, ha hecho desaparecer las movilizaciones de la gala inaugural del Festival. Cuestión que tanto la alcaldesa, Paz Fernández Felgueroso, como los demás representantes del gobierno y la oposición, seguramente agradeció. Por cierto, faltó el presidente, Vicente Álvarez Areces, aunque sí estuvo su mujer, Soledad Saavedra. Agradecidas también fueron las palabras del «ilustre ignorante» Pepe Colubi, que, vestido completamente de negro, como José Luis Cienfuegos, y con su característico toque de ironía, bordó la gala sin necesitar de chistes baratos ni de aspavientos. Y encima es agradable y de aquí, concretamente de Cangas del Narcea.

Pero no piensen que toda esta crónica es «pasteleo». También hay bronca. Solamente afirmar que uno de los mitos de mi agenda, Joaquín Phenix, ya ha sido borrado con «tipex». ¡Qué cascanciu de película ese «I'm still here»! Es como cuando crees seguir enamorada de aquel que pudo ser el hombre de tu vida y, cuando lo vuelves a ver, no se te pone ni un pelo de punta.

Sí estuvo fantástico el cóctel. Poco invitado pero en un ambiente muy distendido. Allí estuvieron la actriz Charo López, homenajeada con el premio del festival, y la actriz Ana Torrent, jurado en esta 48.ª edición. La periodista Conchita Casanovas, los directores Eduard Housden, Reynold, Johannes Nyholm, Kim Longinotto y Pablo Stoll -este último, también jurado- tampoco se perdieron el pinchoteo, al igual que Rosina Gómez Baeza, directora de Laboral, Centro de Arte y Creación.

Hasta ahí, todo bien; pero llegó el «momentazo» concierto y, según lo visto en la Laboral, la actuación de Vinila von Bismark y su grupo era un caramelo muy apetecible. La cola del Casino de Asturias, que no era «pa tanto» así lo anunció y a la que suscribe le tocó, como todos los años, lidiar con el «segurata», que hizo esperar hasta al mismísimo presentador de la gala. Cabreo monumental, media vuelta y para casa, que la temperatura de la noche y la lluvia no estaban como para detenerse a dar explicaciones.