Oviedo, M. S. MARQUÉS

Las jornadas sobre Fernando Vela (Oviedo, 1888-Llanes, 1966), que se pusieron en marcha ayer en la Universidad de Oviedo, nacen con un objetivo claro: difundir y expandir su obra. «Recuperar el sitio que le corresponde y que él jamás reivindicó». Vela fue un intelectual formado en las filas del periodismo, profesión que ejerció durante casi toda su vida y que iba a dar paso a una brillante trayectoria como escritor y filósofo.

Las jornadas, que dieron comienzo ayer por la tarde con las ponencias del profesor Teófilo Rodríguez Neira, con la charla «Fernando Vela, los caminos de la modernidad», y de Azucena López Cobo, con «Vela y la prosa de la Generación del 27», fueron presentadas por la mañana por el propio Teófilo Rodríguez, Yola Corrochano (nieta de Vela), Carmen Ruiz-Tilve, cronista oficial de Oviedo, y el organizador de las mismas, Luis Arias Argüelles-Meres.

Buen conocedor de la obra de Vela, Teófilo Rodríguez habló durante la presentación de la faceta periodística del que fuera director del diario «El Sol». Mucho antes de ocupar ese cargo Vela había escrito cientos de artículos y editoriales, una carrera que comenzó en «El Noroeste», de Gijón, donde Rodríguez rastreó muchos años después unas colaboraciones, hoy totalmente olvidadas, que muchos apuestan por reunir en un volumen.

Si la faceta periodística del ovetense es importante, tanto más lo fue su labor como secretario de la «Revista de Occidente». Desde ese altar intelectual abrió las puertas de la modernidad europea a la Generación del 27, con la que compartió reflexiones sobre el conflicto ideológico y el pensamiento filosófico del momento. Seguidor de José Ortega y Gasset, de quien fue discípulo predilecto, hizo famosa la frase en la que concentra «mi vida entre las muertes de Clarín y el autor de "La rebelión de las masas"». Su labor en la «Revista de Occidente» deja ver la claridad intelectual de «un gran pensador y escritor cuya figura debemos separar de la de Ortega, «Vela vale por sí mismo», comentó Luis Arias Argüelles-Meres.

Carmen Ruiz-Tilve puso sobre la mesa una realidad: el olvido. «Si preguntamos a gente de cualquier edad por Vela, nadie sabe quién es. Podíamos decir que está en letargo». Para los participantes se trata de una forma de injusticia o de abandono de un intelectual riguroso, dueño de una prosa que no desentona con la actualidad a pesar de haber sido escrita hace muchos años. Así lo entiende también su nieta Yola Corrochano, para quien la prosa «limpia y clara» de Vela está viva. «No hay nada marchito en ella ni en los temas ni en el estilo con que la plasma. Es totalmente actual».

Corrochano improvisó para el momento unas palabras sobre su abuelo en las que destacó su asturianía. «Mi abuelo era una mente universal, pero era profundamente asturiano». Ese amor a su tierra supo transmitirlo a todos sus descendientes. «Tengo nietos dispersos por distintos lugares de España, pero todos tienen un lugar en su corazón para Asturias. Les gusta venir a Llanes en verano y vestirse de asturianos en las romerías, y ese cariño es algo que me emociona». A Corrochano estuvieron a punto de saltarle las lágrimas al hablar del afecto que su familia siente por esta tierra. También declaró su amor por el periodismo, una profesión que vivió de cerca. «Me crié con la noticia viva» cuando su otro abuelo dirigía el «España», de Tánger.