Una de las pesadillas del catolicismo romano es que abunden los creyentes en Dios y en Jesucristo -Hans Küng, por ejemplo-, y que no obstante reniegan de la Iglesia como estructura, jerarquía o autoridad en materia de costumbres (moral). Sin embargo, la actitud eclesial oficial ha sido menos temerosa de quienes niegan la religión o las religiones pero afirman los valores del cristianismo, y particularmente del catolicismo, como cimientos del mundo moderno y contemporáneo. La escritora Oriana Fallaci se murió en 2006 alabando a Benedicto XVI, por lo que representaba el Papa en la defensa de los valores católicos europeos. A una órbita similar, aunque menos complaciente con el Pontífice, pertenece el filósofo italiano Gianni Vattimo, heraldo de la posmodernidad en los años ochenta del pasado siglo, creador del concepto de «pensamiento débil», y desde hace unos años enmarcado en el «ateísmo católico», representado también en España por el filósofo Gustavo Bueno, aunque con modulaciones propias en sus trabajos «La fe del ateo» o «Dios salve la razón».

Vattimo debate con el antropólogo francés René Girard en el reciente libro «¿Verdad o fe débil?» (editorial Paidós), en el que el pensador italiano cita la célebre frase del teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer: «Él escribía que un Dios que "existe" no existe, porque Dios no es un objeto, ni su existencia puede ser artículo de fe». Vattimo agrega en otro punto de la obra que, por tanto, «la misión ecuménica del Cristianismo» consiste en «despojarse de las pretendidas declaraciones metafísicas, de definir la naturaleza humana, o de decir cómo está hecho Dios». Este reto de un Cristianismo sin metafísica es lo que el teólogo español José Ignacio González Faus define como la necesidad de «deshelenizar» la fe cristiana, la cual desde muy temprano se fusionó con los conceptos de la filosofía griega, merced a influencias como la de Filón de Alejandría. Sin embargo, esa fe helenizada e introducida en las categorías racionales que fueron la base de Occidente es uno de los procesos más alabados por Benedicto XVI, como mostró en el famoso discurso de Ratisbona, en 2006: «Actuar contra la razón está en contradicción con la naturaleza de Dios».

No obstante, Vattimo acepta un papel contradictorio de la religión: «Me defino como cristiano porque creo que el Cristianismo es más verdadero que todas las demás religiones, precisamente porque en cierto sentido no es una religión». Ello se explica por que «Jesucristo me ha librado de la creencia en ídolos, en las divinidades, en las leyes naturales».

El Cristianismo como «religión que es la salida de la religión» es una idea que hunde sus raíces en Max Weber, recuerda Pierpaolo Antonello en la introducción al libro de Vattimo y Girard. «La secularización (y el laicismo) son sustancialmente productos del Cristianismo», agrega, y el proceso que lo explica es que «la muerte de Dios es encarnación, kenosis: un debilitamiento de su potencia trascendental que nos ha conducido históricamente a la consiguiente desestructuración de todas las verdades ontológicas que han caracterizado la historia y el pensamiento del hombre».

Aparte de sus raíces filosóficas en Nietzsche (filósofo al que Vattimo ha dedicado gran parte de sus indagaciones), la «muerte de Dios» se popularizó en 1965, cuando la revista «Time» publicó una portada con la pregunta «¿Ha muerto Dios?» y el reportaje «Ateísmo Cristiano. El movimiento "Dios ha muerto"». La teología protestante americana sobre la «muerte de Dios» fue más bien efímera y sensacionalista, propia de la cultura popular.

Sin embargo, Vattimo ha hecho fortuna con planteamientos de la religión como éste: «Ninguna prueba natural de Dios, sino sólo caridad y ciertamente la ética», lo cual matiza en el citado libro con que «siempre digo que la ética es simplemente la caridad, más las leyes de tráfico. Respeto las leyes de tráfico porque no quiero matar a mi prójimo, y porque debo amarlo. Pero creer que pasar en rojo sea algo innatural es ridículo».

Dicho marco ético cristiano del amor y la caridad le conduce asimismo a Vattimo a rechazar la regulación moral de la Iglesia católica en ciertas materias. En una reciente entrevista publicada por «El País», el pensador italiano se revolvía contra la «tradición represiva y familiarista» de la Iglesia, que «tradicionalmente se ha basado en la represión: ¿hacemos un poco de caridad o un poco de amor?». Vattimo se preguntaba finalmente: «¿Tiene que predicar el Papa sobre el uso del preservativo? No».

Salvo en esas parcelas, el filósofo de la posmodernidad comparte el presupuesto de que «la democracia, el libre mercado, los derechos civiles y la libertad individual han sido facilitados por la cultura cristiana», como subraya Antonello en la citada introducción a «Verdad o fe débil?». Más allá de ello, que no es poco, Vattimo apostilla: «Gracias a Dios, soy ateo».