Guitarrista cubano exiliado, hoy dará un concierto en Oviedo

Oviedo, Javier NEIRA

Manuel Barrueco, guitarrista cubano exiliado en EE UU, ofrecerá hoy, a las ocho, en el auditorio de Oviedo, las «Danzas concertantes para guitarra y orquesta» de Roberto Sierra, con la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, dirigida por Nacho Paz.

-¿Cómo es la obra que va a ofrecer?

-Sierra es un compositor genial. Creo que es justo denominarlo así. Es de los grandes de Latinoamérica y creo que de las Américas en general. Estudió en Alemania con Ligeti y es profesor ahora en la Universidad de Cornell, una de las más famosas de EE UU. Hemos hecho muchas cosas juntos, incluso un disco aquí, con Víctor Pablo Pérez y la Orquesta de Galicia. Tiene un estilo único, rítmico, moderno; pero no por eso deja de llegar al público.

-Las danzas...

-Son cuatro. Los movimientos extremos son especulares. El segundo tiene rasgos barrocos y detalles de los boleros caribeños. Y el tercero, un vals venezolano.

-¿Piezas populares reelaboradas?

-En cierta forma, pero van mucho más allá del folclore. Lo trascienden. En muchos sitios hay rechazo al folclore, pero sí aceptan esto porque la técnica, el estilo y la estética van más allá.

-¿Virtuosísticas?

-Lo más difícil es que se trata de crear un ámbito no predecible. Quien lo toca necesita concentrarse mucho porque si te sales no puedes regresar. Es difícil de explicar. En cuanto a la armonía, es contemporánea y está todo muy bien estructurado. Se nota una gran técnica de composición.

-Las orquestas suelen tapar a las guitarras, ¿y en este caso?

-Depende del estilo del compositor y de la música. En el caso de Roberto Sierra y de este concierto la orquestación es muy grande y funciona, aunque la guitarra necesita amplificación. En el otro extremo están, por ejemplo, los conciertos de Takemitsu, que he tocado. Son más suaves y con frecuencia la guitarra está sola. No funciona buscar el mismo nivel dinámico para la guitarra y para la orquesta, que es un gigante que si no te quiere escuchar, la guitarra se pierde sin remedio. El «Concierto de Aranjuez», de Rodrigo, es impresionante en cuanto al balance que logró. No hay ningún concierto con algo así.

-¿Simultaneidad o diálogo?

-Rodrigo logra la simultaneidad.

-¿Cómo se hace la amplificación? ¿con una pastilla?

-No, con un micrófono. Aprendí preguntando mucho, incluso a gente del mundo del jazz. La mejor calidad del sonido se logra con un micrófono externo. Puedes tener el mejor instrumento del mundo, pero si el micrófono es una basura no haces nada. La amplificación es una extensión del instrumento. Puedes pasar una hora para encontrar el lugar correcto para los micrófonos. Así se logra que el sonido no se escuche amplificado, si no como propio de una guitarra con mucho volumen.

-¿Se compone para guitarra?

-Hay muchos conciertos, lo que no quiere decir que sean buenos.

-La guitarra eléctrica prometía, pero apenas ha evolucionado.

-No sé mucho de eso. Depende de la visión artística de cada cual. La música flamenca usa la guitarra como nadie. La eléctrica y el rock resultan indisociables.

-¿Toca con las uñas?

-Y con una cinta adhesiva para protegerlas. Las cuerdas son como un serrucho y las desgastan mucho.

-¿Y si se rompe una uña?

-Se pegan. Si ocurre antes de un concierto, mal asunto. Por eso, horas antes, yo ando con un guante. No es por imitar a Michael Jackson. Si se tritura, se pone una uña artificial. Nunca lo tuve que hacer.

-Cubano en el exilio.

-Soy de Santiago de Cuba. Mi bisabuelo era un militar español. Está enterrado en Madrid y tengo su mismo nombre, Manuel Barrueco. Nos fuimos en 1967 como refugiados políticos. Nunca regresé a Cuba. Estuve en Miami, después en Newark, estudié en el Conservatorio de Baltimore, viví en Nueva York y, desde hace veinte años, en Baltimore otra vez.

-¿Por qué la guitarra y no otro instrumento?

-Uno no escoge de quién se enamora. Después de la revolución, odio ese nombre, no nos enviaban a la escuela, para evitar el adoctrinamiento. Recibí lecciones en casa. Ahí empezó el enamoramiento. Después vino la profesión, que es como casarse y, claro, ahí aparecen los problemas.

-¿Cuántas guitarras tiene?

-Me da vergüenza decirlo, como diez o doce.

-¿Cuáles son las mejores?

-Las actuales. Se hacen en España, en Alemania, en EE UU, en muchos sitios, son internacionales.

-¿Para cuándo una Cuba democrática?

-Es una dictadura. No creo que se convierta en una democracia y que un nuevo Gobierno reclame a los hermanos Castro la sangre derramada. Quizá si les dejan el Ejército para protegerse se avance algo.